jueves, 20 de febrero de 2025

El ballet de las gaviotas


No sabía los nombres de las diferentes aves que veía en mi paseo mañanero por la orilla del mar. Los primeros que vi eran unos pequeños. Un poco mayor que lo gorriones. Estaban picoteando en la zona húmeda que dejan las olas al retirarse
Después unos mayores que estos. Les llamé los gorrones. Iban donde estaban los primeros, que eran más, comiendo en el borde del mar y los alejaban para comer ellos lo que habían descubierto los pequeños. ¡Siempre es así! Los grandes comen a costa de los pequeños. Estos no se inmutaron por mi presencia. Mas adelante había, siempre a la orilla del mar, una bandada grande de pájaros blancos. Su tamaño serían como el de las palomas. Más grandes y voluminosos que los segundos. Al acercarme vi que eran gaviotas. 
Estas se iban acercándose a la playa conforme me acercaba a ellos. 
Algunos empezaron a volar, pero para ponerse más lejos dentro de la bandada.  Conforme iba andando se aproximaban a la orilla. Cuando me alejaba, volvían a su anterior sitio. Parecían que fuera un ballet.
Cuando me separaba de ellos, alejándome de la orilla, me encontré en la arena unos pajarracos grandes, como buitres, que pareciera no importarle mi presencia, pues me acercaba a ellos y no se iban. Eran seis. Andaba y andaba y nada. Cuando iba estando cerca, uno emprendió el vuelo. Al rato otro. Yo seguía aproximándome a los que quedaban. Y claro volaron uno, otro y otro. Se quedó el más confiado, el más valiente, el más desafiante... Y casi cuando quedaban dos ó tres metros desplegó sus alas y se fue. Más adelante supe su nombre: zope.
El Coragyps atratus es un ave carroñera, con setenta y cuatro de longitud, uno con sesenta y siete metros de envergadura y un peso promedio de entre dos (macho) y dos con setenta y cinco kg (hembra). Su plumaje es principalmente negro lustroso. La cabeza y el cuello no tienen plumas y su piel es gris oscuro y arrugada.
Mientras, llegué al final de la bandada de las gaviotas que seguían haciendo el mismo movimiento de alejarse de mí aproximándose a la mera orilla del mar.
Tengo fotos de otras aves que se encuentran en el puerto.
Y conforme iba sucediendo iba yo narrándolo en mi mente para ahora ponerlo por escrito el cuarto día de mi estancia en Tilapa.
Esto lo escribí ese día aunque hasta hoy no lo ha subido al blog.


¡Hasta la próxima, primero Dios!

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