martes, 16 de agosto de 2022

Laurent

Lo he visto en cuatro ocasiones en mi vida. Bueno, mejor dicho, tres, pues la primera vez que lo vi creo que duró el encuentro quince segundo, más por obligación -educación-, que por ganas. Estaba en plena adolescencia y el encuentro con desconocido no es lo que más desea este grupo de edad. Dominique me había invitado a pasar la noche de Navidad en casa de su hermana. En la casa estaba ella junto a los dos hijos pequeños, Norman, de unos diez años, y Laurent. La mayor no estaba en casa.

 

La segunda vez que lo vi era en Sevilla. Se alojó en mi casa. Sería el año 2012, unos trece años después. La tercera vez fue en el 2014 con ocasión de participar en la Asamblea Internacional del MIDADEN en París. Allí me vino a ver al lugar donde me encontraba. Y la cuarta vez ha sido en esta ocasión, tanto en Sevilla como en San Nicolás. A Laurent le encanta conocer España y este verano ha realizado una vuelta muy completa.

La amistad con él viene, en principio, por la que tuve, y tengo, con Dominique. Ahora, después, los años, lo recibo como un verdadero amigo. 

Así nos tratamos, así como con Coralie, la compañera con la que vino en esta ocasión.

Las relaciones entre personas, la amistad, no necesita el encuentro continuo. Basta que se valore conocer al otro tal y como es, que haya deseo de encontrarse y que se disfrute de la presencia del otro. En este caso me sirve también para hablar en francés y perfeccionarlo. Recibir amigos es algo que me gusta, pues disfruto con ello.


¡Gracias Laurent, Coralie, y en la distancia, gracias Dominique!

¡Hasta la próxima, primero Dios!

Con ellos pude dar una vuelta por los pueblos de la Sierra Norte.

  

miércoles, 10 de agosto de 2022

Uno más de la familia

Juan disfrutando del encuentro familiar, con la mujer de su hijo.

Esa situación se me ha dado más de una ocasión. Alguien me advierte que soy el único que esta en una reunión familiar sin ser parte de ella. La relación con ésta en concreto no fue por una iniciativa mía sino que partió de ellos, 

Yo estaba sentado en mi despacho de la parroquia. Alguien me dice que hay esperándome unas mujeres para hablar conmigo. Les invito a pasar y me encuentro con cuatro señoras que vienen a pedirme un favor. Me cuentan un incidente en una feria del pueblo de hace unos años. Por él, y por las consecuencias que tuvo, sus maridos se encuentran en la cárcel de Sevilla. Han sido condenados por la mínima pena que tiene ese delito. Y me piden que fueran a interceder por ellos para que pudieran darle permiso en la fiesta de Navidad. Ellos lo han solicitado pero piensan que si hablo con el director de la misma, pudieran darles ese permiso. Para mí es una situación nueva. No tenía precedente de cómo actuar. Pensé que podía, debía, hacerlo y les prometí que lo haría.

Me entrevisté con el director. Éste me dijo que ellos tenían un buen comportamiento. Que la pena era la mínima y que posiblemente no cumplirían ni un año en prisión. Pero no me dijo nada del permiso que solicitaban. Después fui a verlos a ellos y los conocí. Tenían el rostro como el de los trabajadores que están expuestos al sol. Eran tres hermanos y otro más. Les conté mi entrevista con el director a través de un cristal con una ventana muy estrecha, de tal modo que no los veía a todos a la vez. Me impresionó muchísimo. Eran instalaciones antiguas. Esto sucedió hace más de treinta y cinco años. Pensar que ellos quedarían dentro mientras yo salía a la calle me produjo una rara sensación. Volví al pueblo, les conté a las esposas lo que había pasado y a la espera de noticias nos despedimos.

Estoy haciendo la homilía en la misa de Navidad. Y por la puerta lateral de la iglesia empiezan a entrar personas. Mujeres, niños, hombres entran y, como son muchos, hace que los que estábamos dentro giraramos para verlos entrar. Yo, cuando ya están en la nave central los reconozco, más por las mujeres que por los hombres. Interrumpo la homilía y expreso mi alegría, diciendo: "Ahora sí que estamos todos los que han deseado estar en esta misa, sin que se lo impidiera nada ni nadie. Bienvenidos".

Voy en busca de ellos, después de la Eucaristía, y con abrazos y besos, me dan las gracias por lo que hice. Y eso se repite en cada una de las personas que saludo. Yo no hice más de lo que tenía que hacer, le digo una y otra vez.

Y al cabo de los años, estando en otra parroquia, entran en mi despacho una pareja que me dice que quiere que los case. Yo les pregunto si eran del barrio y me dicen que no. Le manifiesto que yo no caso a parejas si no son del barrio. Ella me dice: "Usted me va a casar". " ¿Y eso por qué?" le respondo. "Cuando le diga quién soy" me contesta. Ante mi asombro me dice; "Soy hija de uno de los albañiles de Paradas a los que usted hizo que vinieran a pasar la Navidad con sus familias". "Yo te caso dónde quieras y dónde sea" le digo con mucha alegría, levantándome para besarlos.

Cada año, recientemente nos reunimos la familia. Fue éste domingo pasado. ¡No soy ya un extraño a ellos, son, como con otras, parte de ellos! 

 ¡Hasta la próxima, primero Dios!



 

  








lunes, 1 de agosto de 2022

Las mejores vacaciones

¿Qué buen mes de julio? Me preguntan, a veces, cercanos y lejanos, sobre dónde y cuándo me voy de vacaciones. Mi respuesta es siempre no. El verano, en San Nicolás del Puerto, es para estar aquí. Digo esto siendo consciente que me fui un fin de semana a Tánger hace quince días. Pero sigo afirmando lo primero. Además siempre se dice que en vacaciones reconocemos que la mejor casa donde estar es en la nuestra.

Quedarme aquí es por muchas razones, pero sobre todo por dos: el clima en San Nicolás es excelente en estos meses y es el momento en el que vienen a verme más amigos.

Como en el resto del país este verano las temperaturas se han disparado. Ha habido varios momentos que, incluso aquí, se han superado los cuarenta grados. En dos días se alcanzaron los cuarenta y cinco. Algo muy difícil en la Sierra Norte de Sevilla. La temperatura normal en verano es de treinta y cinco. Es mucho calor. Y aunque sean altas, prefiero este tiempo. Soy friolero por definición.

Y la otra razón es que disfruto mucho recibiendo en mi casa a amigos. Y esta época de vacaciones es un momento idóneo. El que ellos sepan que estoy aquí posibilita su venida. Amigos cómo Ismael que de cinco días en Sevilla decide pasar dos días aquí con su familia. O mi querido amigo Jesús que, están de Rodríguez en su casa, viene a pasar el fin de semana conmigo. O como Carlos y Mari Carmen que de regreso de las playas de Cádiz se pasan a saludarme. Aquí coincidieron con Juanra y Vargas, ex alumnos de Alcolea del Río. 

Y sin olvidarme de los dos matrimonios de mi barrio de Sevilla - Manolo y Carmen, Ángel y Tere - que cada año me alegran el verano con su visita.

Junto a ello algunas salidas de un día a invitaciones que me hacen amigos por alguna celebración, como el cumpleaños de Juan en La Campana, la estancia en El Portil con Amparo y Salvador o el almuerzo tradicional que tendré dentro de unos días en Paradas con la familia de  Eli. ¡Cómo para irse de vacaciones! 


Este año, además hemos podido disfrutar de una idea, ya antigua, de celebrar una audición de amigos que cantaron canciones de siempre en las terrazas de mi casa. Fue una auténtica gozada. A ella  asistieron amigos y vecinos.


¡Has la próxima, primero Dios!