jueves, 20 de febrero de 2025

Existen

Allí donde más los necesitan están ellos. En algún momentos en estas crónicas he hablado de que existen. Tienen apariencias distintas: edad, género, nacionalidad... Son personas que tienen todas las mismas características: disponibilidad, amabilidad, generosidad. 
Sergio, mi taxista y amigo de la capital, llegó antes de tiempo por mí. Aunque tenía la maleta y mochila preparada, estaba usando el ordenador pues empleaba las horas de espera escribiendo en el blog.
Me dijo que durante todo la mañana el tráfico había estado muy difícil y temía no llevarme a tiempo al aeropuerto.
Eran las tres y media de la tarde. La mitad del trayecto lo hicimos normal. Un poco después comenzó el tráfico mas lento y las retenciones. Cuando faltaba un tercio del recorrido todo se paró. Por todas parte había camiones de basura cortando el tráfico. Estaban en contra de una nueva ley que les afectaba. Por mucho que lo intentaba Sergio no podíamos acceder al aeropuerto. Un municipal le permitió acercarme lo máximo posible por dirección contraria. No pasaban coches pues veíamos a lo lejos como los camiones de basura cortaban ambos sentidos de la calzada. Llegando al final de esa avenida la única solución era ir andando. Sergio se sintió desolado, pero no había otra solución. Me veía caminando por avenidas, que ya conocía de salidas anteriores, cargando con la mochila y tirando de la maleta.
Despidiéndome de Sergio apareció un joven, Emilio. diciéndome. "Le puedo ayudar". Ante mi sorpresa y duda, miré a Sergio y él asintió con la cabeza.
Este chico, Emilio, de agradable apariencia, blanquito, se puso a su espalda la mochila y me indicó el camino que debíamos tomar. Me pareció bastante raro y pensé que, aunque yo llevaba en el chaleco el pasaporte, en la mochila llevaba la cartera con el DNI y las tarjetas.
¿Y si comienza a correr y se queda con mi mochila? me decía. Reconocí al momento que era un mal pensamiento.
El trecho que quedaba para el aeropuerto se tomaría una media hora. Las calles estaban vacías de coches.
Emilio me dijo que había llegado con su coche a su casa de la universidad, que imaginé próxima al sitio donde nos encontró, y que  salió "por si podía ayudar a alguien" y nos encontró. Estudia el tercer año de una ingeniería. ¡Me quedé de piedra! ¡Y yo pensando mal!
Cuando había que cruzar por lugares difíciles me cogía la maleta. Yo lo miraba asombrado. Me explicó el porqué de esta huelga. Y hablando y hablando de él y de mí, le pedí que nos hiciéramos una foto. Quería tener material para esta crónica.
Después de un buen rato llegamos al aeropuerto por donde salen los coches de él. Nos hicimos otra foto, le pedí el teléfono, le di las gracias y yo entré en la terminal y él me dijo que iba a ver si podía ayudar a otra persona.
Al llegar al aeropuerto no había prácticamente nadie ni en la zona de sacar las tarjetas de embarque ni en el control de maletas.
¿Los ángeles de pies y manos existen? Emilio es uno de ellos. ¡Gracias! ¡Bendícelo Señor!

¡Hasta la próxima, primero Dios!

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