jueves, 29 de junio de 2017

Cojimíes, playa “pacífica”

“Les preguntó, ¿quién dicen que soy?”
 Es importante la pregunta. ¿Quién decimos quien es Jesús? Y nos podemos llenar de definiciones a cuál más grande o más elaborada. Pero como se dice mejor quien es Jesús es intentando demostrárselo con la vida. Se dice quién es uno con las actitudes que demuestra, con los valores que intenta sean los que presidan tu vida. Y así procurar que Él sea el que diga que somos suyos.

Me gustan este tipo de playas
Llegar a Cojimíes, como ir a cualquier sitio que no has ido nunca, me llevó mi tiempo, me supuso mantenerme en vilo, me mostró nuevos paisajes, me cansó, me hizo estar en contacto visual con la población de ese camino. En fin me abrió a una parte del Ecuador que no conocía.
Salí de la terminal Carcelén desde Quito. Fui allí en taxi, en el que me dejé las gafas de sol. ¡Cuántas habré perdido, Señor! Salimos a la hora establecida, las 13,15, pero me llevé una sorpresa, íbamos a la terminal de Quitumbe a la que me hubiera resultado más fácil llegar al estar más cerca del hotel e
n el que vivo en Quito.
El viaje fue largo. Tuvimos que pasar la parte occidental de los Andes, lo que siempre es agradable ya que es un gozo para la vista. Pasamos por un bosque nuboso que me recordó algunos parajes de Guatemala, en concreto el que se pasa para ir a Colomba en Quetzaltenango.
Después la carretera discurre paralela a un río de montaña que desemboca en el pacífico. Ya casi de inmediato sentía el cambio de clima viendo a las personas de los lugares por los pasábamos que vestían con mangas cortas.
Como es normal en estos países son innumerables los vendedores que acceden al bus durante el trayecto para venderte todo tipo de mercancias, preferentemente bebidas y comidas típicas.
Llegamos a la capital de la provincia: Santo Domingo de los Tsáchilas.
Se ha ubicado el origen de Tsáchilas, en Centroamérica y el Caribe en especial con la etnia Siboney, por las características craneales y fisonómicas. Se entiende que los Siboney emigraron a Centroamérica desde el Caribe y desde ahí emigraron a Sudamérica, bordeando la costa de Panamá, Colombia y Ecuador, hasta llegar a las provincias de Esmeralda y Manabí.
Desde la época colonial, los extrajeros los han llamado colorados, por el color de sus peinados y decoraciones que ostentan durante sus festividades. Es hermosa la leyenda de “El tsáchila que se convirtió en Sol”

Y ya eran las cuatro de la tarde. Entonces comencé a controlar el tiempo que nos quedaba para llegar a Pedernales, porque sobre las siete dejan de funcionar los autobuses y yo aún debía recorrer más de treinta kilómetros para llegar a mi destino.
No sé por qué tardamos tanto. Lo que me dijeron que serían unas dos horas se convirtieron en cuatro y media. Hasta ese momento me había cambiado de asiento situándome en uno de la primera fila. Las personas no dejaban de subir y bajar. La oscuridad no me permitía ver nada del paisaje. Y las horas iban pasando. Ya me imaginaba que perdería una noche en el hotel de mi destino. Bueno no perdí la calma. No sirve para nada. Ya veríamos que hacíamos cuando llegáramos.
El destino del bus era Pedernales epicentro del gran terremoto de abril de 2016 que había destrozado la población y en la que habían muerto 175 personas.
Supe que estaba cerca de esa ciudad porque desapareció el asfalto de la carretera. La ciudad aún no se ha recuperado de ese desastre. Aunque ví algunas casas nuevas, tanto las calles, como la terminal de autobuses, se veían afectadas.
Llegué hacia las nueve de la noche. Un viaje de 283 kilómetros que debía hacerse entre cuatro horas y media a cinco lo había realizado en ocho y media. Ya no había buses para mi destino.
En eso un chico me dice: “¿Va para Cojimíes?” “Sí”. “Esas dos personas también van y hay un señor que tiene un coche que les puede llevar”. ¡Qué alegría! Nos pusimos de acuerdo sobre el precio y nos montamos los tres en el carro. El chófer llamó al chico, le dio un dólar y alabó la mediación de ese joven que no pasaría de 14 años: “Ese es un busca vida, llegará lejos”, comentó. Y me quedé pensado sobre ello un buen rato.
Me lo imaginé como un ángel que sin venir a cuento aparece en tu vida ayudándote. Y recordé la enfermera que se quedó un buen rato conmigo, en plena feria, en el andén del metro cuando me dio la lipotimia. Apareció cuando estaba prácticamente sólo tendido en el banco esperando las urgencias, y se fue un poco antes de que llegaran.
Llegué a Cojimíes hacia las nueve y media de la noche. Encontré pronto el hotel, me dieron habitación y me dispuse a encontrar un lugar abierto para cenar paseando por la calles embarradas y oscuras de un lugar que se me antojaba pequeño y casi sin población. Lo encontré. Bastante bien. Y así terminó este viaje de ida que me va a permitir conocer una parte de Ecuador que me faltaba visitar.
Cojimíes es una parroquia rural de Perdernales que sería la cabecera municipal. 
En realidad es que es un pueblecito de pescadores situados en la punta de una península estrecha y paralela a la costa en la que se ha ido introducido el turismo por la calidad de su larga playa cubierta por una larga hilera de palmeras de coco. 
Me pareció atrayente el hecho de estar en el extremo de la península. ¡Siempre lo más raro! Además de ser una playa con una población. No me gustan los hoteles aislados que sólo tienen turistas.
Así puedo conocer mejor el medio en el que me muevo. Ir a comer dónde comen la gente del pueblo es un placer para mí.      Aquí es muy apreciado el “Encocado”, lo que en Guatemala le llaman “tapado”, que es una sopa de mariscos y pescado con leche de coco. ¡Extraordinario! ¡Una delicia del paladar! O la magnífica tortilla de camarones (gambas) o las langosta que están realmente a muy bien precio.
Poder entablar contacto con su gente me encanta. Conocer como viven me ayuda a tomar conciencia de donde estoy. Las relaciones con los dos trabajadores del hotel Javier y Beti han sido muy buenas. El compartir con ellos: ¡Magnífico! Escucharles decir cuando me despedían: "¡No se vaya!" o "¡Vuela!" es muy reconfortante.
     
Esta será mi última salida aquí en Ecuador. Con ella cerraré un periodo de mi vida inesperado, intenso, gratificante, lleno de nuevas tareas y experiencias. 

Y hasta siempre Ecuador
Y con el sentimiento de haber realizado un proyecto que me encomendó mi estimado amigo Rafael, y que tengo la sensación que ha sido útil a este país en el terreno de la educación, me despido del Ecuador y de mis amigos ecuatorianos. 
La tarea para la que vine ha sido realizada. La puesta en práctica depende de las nuevas autoridades educativas del país. Quizás tarde en concretarse. No puedo quedarme aquí para ver si se realiza o no. 
La opinión generalizada es que va a hacer pero aún no se ha concretado y quizás no sea exactamente como se había pensado o como yo me había imaginado. Por lo tanto no es cuestión de quedarse. Mi informe sé que ha sido valorado y que se tendrá en cuenta. Espero que los siguientes pasos en la formación  de rectores de las Unidades Educativas sean positivos.
 Ahora, por consiguiente va a cambiar este blog porque cambiará el lugar donde viviré, dónde continuará otro periodo de esta tercera etapa de mi vida, y por lo tanto los contenidos del blog que ha tenido hasta hoy más 39.000 visitas. Y más que nunca digo...

“Hasta la próxima, primero Dios”





miércoles, 28 de junio de 2017

Los danzantes de Pujilí

“Tengan cuidado de los falsos profetas”
Y continúa por sus frutos lo reconocerán. El árbol bueno da fruto bueno. ¡Siempre! Nosotros no somos un árbol. A veces damos frutos exquisitos, otras malos, otras sin sabor… Lo importante es querer dar frutos buenos y poner los medios para ello.
Entonces seremos buenos profetas del Amor de Dios.
Gracias a mi “pana” Yoni

Con Yoni y con alumnos de la U.E. del Milenio
de Zambahua.
Mi última visita a una Unidad Educativa del Milenio la realicé a Zambahua, una de las parroquias rurales del Cantón Pujilí.
Allí conocí a al profesor Yoni. Ya hablé de él en otra crónica. Con Yoni conecté rápidamente pues se me acercó a preguntarme quién era y qué hacía allí. Esto habla de cómo es: una persona abierta y extrovertida, segura de sí misma.
El vive con su mujer en Latacunga la capital de la provincia de Cotopaxi donde yo tenía mi residencia durante esa visita.
En esta segunda estancia, y debido a que tuve prácticamente todo el tiempo libre, conecté con él y en seguida me invitó a las fiestas de la octava del Corpus Christi a Pujilí de donde él es oriundo. En Pujilí vive su padre y algunas de sus hermanas.
Y allí me encaminé. Siempre valoro muchísimo el conocer un país desde dentro. Pues así lo conoces en profundidad. Y vivir en una familia te permite esto.
  La conexión con todos ellos fue fácil y gratificante. Inmediatamente me encontraba con en mi casa. Esto es mucho de agradecerles a todos y cada uno de ellos. Y con ellos pasé cuarenta y ocho horas magníficas. Y sin saberlo conocer unas fiestas sin igual en todo el Ecuador: el Danzante de Pujilí.
Pujilí se encuentra a unos diez kilómetros de Latacunga. Tienes unos setenta mil habitantes repartidos entre la cabecera del municipio y seis parroquias rurales, entre ellas Zambahua, dónde realicé la visita a la Unidad Educativa del Milenio que se encontraba como a cuarenta y cinco minutos de Pujilí. Debo de decir que me impresionó Pujilí por su urbanismo, su limpieza, su ornato, la iluminación…
De este municipio es de donde es el Danzante. Esta fiesta, de origen prehispánico, se incorporó a las fiestas coloniales en una mezcla maravillosa de tradiciones.
El personaje principal de las festividades del Corpus Christi, bailaba antiguamente de alegría por la cosecha del maíz, como parte de los ritos en honor del cacique principal. Esta unión de tradiciones cristinas y paganas, con valores culturales, ancestrales y folclóricos la han convertido en Patrimonio Cultural Intangible de la Nación.
El sábado anterior a la celebración de la fiesta litúrgica del Corpus Christi tiene lugar el gran desfile.
Esa noche del viernes con “mama”, la abuela materna de Yoni, su madre murió en un accidente de tráfico, y su tío, fuimos a poner sillas en el recorrido oficial para así asegurarnos tener un buen sitio para ver el desarrollo de pase de los danzantes. Curiosidades de la vida. Todas las aceras tenían sillas puestas por particulares a lo largo del recorrido. ¡Y allí estaban al día siguiente!
     Y con toda su familia fuimos el sábado por la mañana a verlo: hermanas, tíos, primos, amigos… con sus respectivos y respectivas allí nos situamos dispuestos a disfrutar. No faltó ni la comida, aportada por las personas más sensatas, ni la cerveza comprada a escote entre todos.
Es curioso cómo los participantes llevan fruta, caramelos, bebida… que reparten entre los que están contemplando el discurrir de ese desfile.
El danzante es un condor. Su cadencia simula el vuelo del carroñero. Dos pasos aventados a la derecha, dos a la izquierda… Los brazos batientes. Las plumas de pavo real en la corona y una amplia cola que cae hasta los talones completan la figura del ave en el cuerpo del bailarín.
  El desfile comenzó a las 10 de la mañana y se alargó  hasta más de las cuatro de la tarde.
Danzante no puede ser cualquiera. Llegar a serlo es un prestigio personal. Tiene que bailar, además de portar todo el traje, con una corona que puede pesar más 11 kilos. Tiene que danzar marcando bien el paso y además aguantar el traje durante seis horas.
 El traje del danzante conjuga las distintas tradiciones de esta fiesta. La corona mide unos ochenta centímetros y está adornada con imágenes religiosas y figuras del sol.
  El danzante está presente en la arqueología prehispánica, donde su traje estaba adornado con oro, piedras preciosas y espejos, para adorar el Taita Inti (Padre Sol).
El personaje lleva en la mano el tocto del maíz, que es la parte superior de la planta donde se encuentra la flor. El penacho convierte al danzante en hombre-maíz. Representa la fertilidad de la cosecha. 
En el resto del traje están representado el arcoíris y el condor. Los calzones son de encajes muy anchos, cascabeles en las piernas que les sirve también para mantener el compás de la danza, alpargatas y medias blancas.
             A veces esos danzantes van precedidos por mujeres, o Mama Danzas, que representa a las sacerdotizas que enseñaron a bailar a los danzantes.
Con los cascabeles, que llevan suspendidos en sus pies, se quiere representar el generar la lluvia y es purificador del ambiente y de la fiesta.
Tras cada grupo de Danzantes o de compasar hay una orquesta o banda que va tocando el ritmo a los bailarines. Pues en el desfile no interviene sólo danzantes, mas de setenta comparsas de todo el país intervienen en él aportándole coloridos y músicas diferentes.
Además el desfile no es sólo el del sábado, tanto el viernes como el domingo hay desfiles. El del domingo, menos famoso, posiblemente sea más auténtico pues en él participan danzantes indígenas. Aquí unas fotos de esas comparsas.


  


 

 No se puede hablar de estas fiestas sin hablar de los organizadores: los fiscales y los alcaldes que están al frente de los gastos y el control de las mismas. Son elegidos anualmente y son muy importantes en el desarrollo de la fiesta. Y, como en todas las comparsas, ellos también van distribuyendo algo de bebida durante el paso del desfile.
            Y estaba decidido a hacerlo. No podía irme de Ecuador sin probarlo. Tenía el cuerpo hecho a ello. Y la experiencia fue de lo más agradable.
         Me invitaron el domingo por la mañana a probar el Cuy. Y dije que sí. ¿Qué cuál fue mi impresión? Pues pedí la parte trasera por eso de no verle la carita. Cuando lo probé creí reconocer el sabor. No me fue extraño. Una mezcla entre pollo y cordero lechal. Esa sería mi definición. Me gustó. Y me alegro, pues me dijeron que me iba a gustar. Faltaba un poco de vino tinto que hubiera realzado el sabor. Conseguí hacerlo y no me arrepiento. Completa mi estancia en Pujilí. ¡Gracias mi pana!


“Hasta la próxima, primero Dios”

martes, 27 de junio de 2017

Momento de encuentros

“Todo lo que deseen que los demás hagan por ustedes, háganlo a ellos”
 ¿Cómo se puede eludir la palabra Amor en una homilía? ¡Si ese es núcleo del mensaje y de la vida de Jesús!
¿Cómo conseguir la hermandad universal si no es amando al otro? Esta es la tarea del creyente en el Dios de Jesús: Haced con los demás lo que quisiéramos que hicieran por nosotros. Y podríamos decir “Y más”. Así construiríamos un mundo nuevo.
 Con los de siempre
Estas estancias cada seis meses en Sevilla me permite encontrarme con los amigos. Esta vez estuve desde mayo hasta mitad de junio. En la anterior ya relaté lo que hice en las primeras semanas. Quiero guardar esos encuentro que tuve con muchos de mis amigos. A veces no con todos los que quiero. Y han sido más de los que aparecen en estas fotos. Ellos son, pero hay muchos más. Mi gratitud por vuestro cariño, por vuestra delicadeza, por vuestro interés… ¡Gracias!

Con la Comunidad Petit, siempre un espacio de partida y de regreso. 
 
Seguir después de cuarenta años reuniéndome con  los compañeros del primer colegio en el que comencé a dar clase es un lujo, una alegría y un momento muy  importante.

Y si aquellos eran compañeros estos son ex-alumnos y sobre todo amigos. 

En la casa de San Nicolás del Puerto con amigos de mi barriada Juan XXIII. 

Y otro grupo de amigos con los que me reúno cada vez que llego a Sevilla. Con ellos compartí mucho y seguimos siendo grandes amigos. 
 Y en el camino del Rocío

En esta carrera tiradas por bueyes, se traslada el "simpecado" de Hinojos. En él está representada la imagen de la Virgen del Rocío.
Ese sí que fue un día especial. Salir con la hermandad de Hinojos y hacer el camino hacia la Ermita del Rocío. Allí se encuentra una de las devociones a María más extendida por Andalucía occidental: La Virgen del Rocío. Y en el día de Pentecostés pueden encontrarse en la Aldea del Rocío cientos de miles de personas.
Con Joaquín y Pili en unas de las paradas del camino.
Nosotros, iba con mis amigos Joaquín y Pili, salimos temprano de Sevilla y volvimos ya bien entrada la noche.
Acompañando al Simpecado de la Hermandad de Hinojos íbamos con un grupo de personas con los que compartimos todo el día. En un remolque donde teníamos bebida y comida, que junto con las sevillanas, se creó un ambiente fabuloso.
Y al llegar pasar por la ermita y estar juntos con la imagen de la virgen. Momentos intensos y agradables. Muchas sensaciones experimentadas. Un día muy agradable. Algo que quería hacer y que me alegro de haberlo hecho.
Con el grupo con el que hice el camino. Las mujeres van vestidas con el traje típico.

“Hasta la próxima, primero Dios”