domingo, 28 de mayo de 2023

Pablito

Las ganas de escribir no se me han quitado a pesar de la ausencia de de personas en mi vida, de la severidad de algunos juicios, del cansancio físico que a veces siento. Me preguntan; ¿Cómo estas Alfredo? y yo respondo: "Fácil de saberlo: Mira como ando. Pues si ando lento  es significativo de cómo estoy". A veces me encuentro muy fatigado y otras normal. Esto creo que no influye en mi estado de ánimo.
Mis relaciones con los demás es clara. Me llevo bien con todos. Supongo que todos me comprenden. De eso he hablado en el almuerzo de hoy con mis amigos José Antonio, Dolores y su hija Sara. Dolores me dijo: "Hablas con la gente dependiendo de quién es y por eso te llevas bien con todos". A  lo que le contesté que mi trato es siempre desde el respeto y la sinceridad. Que eso creía que yo. Que todos creo que me comprenden cómo hablo y que, a pesar de todo, van a comprender lo que quiero decir. 
A veces, cuando esto no es así, tengo que pedir perdón ante cualquier falta de comprensión, pues no puedo sentirme alejado de mis familiares o amigos. Y antes o después intento tender puentes para restaurar la comunicación.
Mañana salgo para Guatemala. Y tras 14 horas de vuelo llegaré el mismo día debido a la diferencia horaria. El día tendrá, para mí, treinta y dos horas. Ya me las quitaré en el regreso.
Voy a la invitación de un amigo. A Charly lo conocí en mi llegada a Guatemala hace casi diez años. En aquel momento estaba de mesero en el restaurante al que iba los fines de mi semana en  mi estancia en Huehuetenango. Me lo enseñaron Colocha y Shirley. Y ya fue el lugar de referencia en mis salidas de Ixmucané. Un ambiente agradable, música en directo, una decoración bonita y unos camareros que me fueron tratando cada vez con más cercanía. Uno de ellos Charly.
En el mes de abril de dos mil catorce, cuando llevaba seis meses en el país y me disponía a realizar mi primera visita a mi casa en Sevilla, me para Charly en la escalera y me dice que si le podría ayudar. Yo pensé que quería que le ayudara físicamente con cualquier mueble u otra cosa. Él me dijo que no. Que si podía ayudarle económicamente, que con lo cobraba no podía pagar la mensualidad de la universidad. "¿Universidad?" pregunté yo. Y el me dijo que estudiaba medicina. Que con lo que cobraba en el restaurante no podía ayudar a su casa, a mantenerse y pagar la mensualidad. 
Me dijo la cantidad que me pedía en quetzales. Yo lo convertir en euros y me pedía una cantidad a la que yo podía responder fácilmente. Y quedamos hablar a mi regreso. Quedamos que él iba a recoger mi aportación a Ixmucané a principio de cada mes. Y así los tres años que estuve en Huehuetenango.
Durante este tiempo nos encontrábamos en el trabajo del restaurante o cenábamos o íbamos a pueblos de los alrededores en su moto.
Hoy Charly, Carlos, ha terminado sus estudios de medicina, se ha especializado en pediatría y ha tenido un hijo.
Hace unos meses me escribió: "Quisiera que ud fuera Padrino de Pablito" y "Quisiéramos, Lorenita y yo, que apadrinara a nuestro hijo". Mi reacción fue inmediata y afirmativa: "Decidme cuando queréis hacerlo y voy, pero ya. Sería mi primer ahijado de bautismo". Me encantó y me llenó de ilusión. Nunca pensé en nada parecido. Me devuelve muchísimo más de lo que yo le di.
Para eso viajo.
Y ya me daré una vueltecita por mis sitios preferidos y visitare a mis amigos guatemaltecos a los que siempre recuerdo con mucho gusto.

¡Hasta la próxima, primero Dios! 





domingo, 7 de mayo de 2023

La paz interior


"La paz interior también es una forma de éxito" ha subido a la red mi amiga Shirley Martínez de Huehuetenango. 

Este domingo a la hora de almorzar he abierto la puerta de la casa. Hacía un magnífico día y sentado a la mesa se veía el arroyo Galindón que pasa por delante de mi casa rodeado de grandes árboles. Y me quedé un rato contemplándolo. Estaba sólo e iba a almorzar. Y estuve así un buen rato. 

Simplificar nuestra vida. Preguntarnos si estamos haciendo lo que realmente nos gusta. Tener la conciencia tranquila. Practicar la gratitud, pues siempre hay algo por lo cual dar gracias. Aprender a valorar las cosas sencillas, las que damos por descontado, y a las que no damos normalmente importancia. Dar sin esperar recibir algo a cambio y reencontrar el placer que implica el acto de dar. Aprender a vivir plenamente el presente, dejando ir algunos pensamientos. Practicar el desapego a las cosas y a las personas. Tener una visión positiva de la vida. Estar cercanos de los que queremos y nos rodean y disfrutar con ellos. Vivir y disfrutar de la vidas sin importarnos de lo que no tenemos. Controlar en cada momento nuestras reacciones y palabras para que nadie ni nada nos turbe ni turbe a lo que nos rodea. La sonrisa sincera te hará relativizar todo aquello que quiera o pretenda ir a desestabilizar tu vida. 
Entonces me vino a la mente el reciente fallecimiento de mi hermana María del Carmen y su lección de vida y de cómo enfrentó la muerte. También mi próximo viaje a Guatemala y la tarea que tengo que hacer antes de irme. Y lo vivo serenamente.

¡Hasta la próxima, primero Dios!

Repasando mis crónicas ya en 2016 escribí una llamada "Fortaleza interior". Conforme escribía esta iba pensando que quizás ya había escrito sobre ello, y efectivamente así fue.