martes, 23 de marzo de 2021

Un año de excepción

Fue en este mes de marzo del año pasado cuando el presidente del gobierno declaraba el estado de alarma en el país. La pandemia del coronavirus había comenzado a crecer exponencialmente en nuestro país. Desde entonces todo ha sido "anormal", excepcional. Muchas palabras nueva aparecieron. Los Protocolos aparecieron. Así como el confinamiento o las medidas higiénicas. Y la sociedad casi colapsó. La globalidad había puesto su granito de arena, pues el virus se extendió por todo el mundo. Echó por tierra muchísimos proyectos, muchas ilusiones, muchos trabajaos y empresas. Y lo que es peor dejando infinidad de muertos, enfermos y contagiados.
La primera ola azotó a España antes que gran parte del mundo. El país fue uno de los primeros donde los contagios se dispararon, dejando unas cifras durísimas, de las peores de Europa: entre el 22 de marzo y el 12 de abril de 2020, las muertes en España se duplicaron respecto a las mismas fechas del año anterior, según los registros del INE. Pero no sería el único golpe. En verano, los casos volvieron a elevarse antes que en el resto del continente —la variante del virus que dominó la región en otoño pudo salir de nuestro país—, provocando dos picos de ingresos y fallecidos en octubre y enero.
El goteo de cifras de fallecidos ha convertido en costumbre hablar de cientos de muertes diarias por covid-19, una enfermedad que hace dos años no existía. Viéndolas con perspectiva, estas muertes se traducen en un dato excepcional: lo normal hubiese sido que en 2020 se registrasen en España unas 400.000 muertes —tomando una media de lo ocurrido entre 2015 y 2019—, pero han sido cerca de 500.000, un exceso de fallecidos que supera las 92.000 personas, como recogen los registros civiles.
Esta cifra coloca a España entre los países con más víctimas del mundo, en relación con su población y en porcentaje.
España aparece como el sexto país de la lista con el peor exceso de muertes (un 23% más de lo normal en el periodo 2015-2019). Está lejos del país que la encabeza (México, 58%) y de otros como Perú, donde el exceso seguramente es superior, pero cuyo registro de fallecimientos es incompleto (de ahí que no lo incluyamos en la tabla). España recoge la tercera peor cifra de los 27 países de la Unión Europea en el desajuste de fallecidos , solo por detrás de Eslovenia (24%) y Polonia (23%), aunque también cerca de Portugal (21%), Reino Unido (21%) o Italia (20%).
Detrás de ese grupo hay muchos países con excesos de menos del 20%, como Bélgica, Suiza, Bulgaria, Países Bajos, Francia, Suecia o Austria. Más abajo aparece Alemania, que tomó medidas duras durante muchos meses, aunque acabó sufriendo una segunda ola en invierno que ha elevado su cifra hasta el 9%. Por último, hay países que parecen haber contenido las defunciones al menos de momento, como Grecia (7%), Letonia (6%) o Estonia(6%), y especialmente Dinamarca (3%), Finlandia (2%) o Noruega (0%).
Sabemos que la enfermedad es más letal entre la población anciana. Por lo tanto, es lógico pensar que los países con más gente mayor registren más muertes. Sin embargo, la magnitud del exceso de muertes en España es similar cuando comparamos el dato total y los específicos, por franjas de edad: es el sexto país con el peor exceso en general (23%), pero también es el sexto entre los de 65 a 74 (24%), el noveno entre la gente de 75-84 años (18%) y el cuarto país con más exceso entre los mayores de 85 años (29%). Los datos del exceso de fallecimientos en edades más avanzadas no es responsable, pues, de elevar la cifra general. Esto sugiere una epidemia con más contagios en general, por tanto con efectos en todas las franjas, aunque las muertes sean más en mayores de 85 años.
Dilucidar los motivos que expliquen la magnitud de la pandemia en cada país es un asunto complejo. Influye desde el momento en que llegó el virus —es peor recibirlo primero, cuando no se conocía— hasta los hábitos sociales, la densidad de las ciudades o el tamaño de los hogares, sin olvidar la rapidez y contundencia con la que se puedan haber tomado medidas.


En nuestras conversaciones entre familiares y amigos hay siempre el deseo el vernos cuando esto acabe. A ver si la vacuna, que poco a poco van recibiendo determinados grupos de personas, lo hace posible.

¡Hasta la próxima, primero Dios!