lunes, 28 de septiembre de 2020

Día lunes.

Me despierto, como todos los días, a mi hora. Una definición perfecta del momento en el que lo hago. Después de haberme levantado tres veces durante la noche a causa de la próstata me despierto. No tengo problemas en volverme a dormir cuando lo hago. Me levanto, tomo la primera pastilla, me ducho, me visto, hago la cama, preparo el desayuno, tomo otras tres pastilla y desayuno. Eso es casi una rutina. 

Hoy es lunes. Como todo los días leo los periódicos y lo que escriben mis amigos en facebook. Tanto en unos como en lo otro sonrío. Algún día hablaré de ello. Hoy no porque ya tengo claro sobre lo que voy a escribir. Y quizás sea por ello por lo que me dispongo hacer esta crónica. Estoy escribiendo al final del mismo.

Antes de desayunar, y haciendo tiempo para tomarme las segundas pastillas, fregué los platos y vasos de ayer noche. Cuando no hay muchas cosas para fregar las dejo para el día siguiente. Después del desayuno arreglé las dos habitaciones de invitados ya que el fin de semana viene una familia de cuatro miembros. Tener gente en mi casa siempre me ha gustado. 

Estaba esperando a Juan, el carpintero, a las once. Llegó puntual. Me traía una plancha de madera para ponerla en el cuartillo nuevo dónde están las máquinas del Jacuzzi y las estanterías con trastos que se utilizan de vez en cuando. Con esa repisa me caben las cosas de verano que debo retirar durante el frío. Está puesta sobre la ducha. Con ello he podido colgar sobre el borde de esa repisa una cortina de baño. Esto ya lo había pensado y ha quedado magnífica. Me ha encantado ayudar en la colación de la repisa y en poner las cortinas. Mis habilidades manuales son cortitas y lograrlo es un desafío para mí. Me sentirme feliz. 

El almuerzo ya lo tenía hecho. Hice el sábado lentejas para varios días. También tengo hecha la cena: coliflor gratinada. Después de comer, y aprovechando el buen tiempo, comencé a poner el agua caliente al Jacuzzi. Sobre las tres y media entré en él con el agua entre 25º y 26º. Y estuve dentro de él sentado hora y media contemplando tanto los árboles de la ribera, que se ven por encima del tejado de mi casa, como las encinas de la dehesa de atrás. Es un momento magnífico en el que repasas la vida, la lees desde lo que te llena y crees, y te siente renacido. Son momento únicos de paz y de felicidad.

Sobre las cinco y cuarto de la tarde, y como me había puesto el chándal y los botines, decidí dar un paseo. Hacía un tiempo excelente. Me propuse andar una hora y tiré hacia la vía verde. Llegué al túnel y me volví. También el pasear es algo relajante. No ando de prisa. No lo hago plan deporte. Los alrededores del pueblo es un espectáculo de la naturaleza. Y me lleva a admirarme y dar gracias a Dios de todo lo que me rodea. Cuando volvía me salida el "surdi" quien se baja de la bicicleta, se pone el tapaboca igual que yo, y comenzamos a hablar de que no me veía mucho y si iba muchas veces a Sevilla, de las enfermedades que ha tenido... Termina con: "Me he alegrado mucho de hablar con usted y saludarle".  La gente es muy acogedora en San Nicolás del Puerto. 

Antes de cenar estuve leyendo un rato el primer tomo de la "Histoire de la vie privée", escuchando música en la biblioteca. Algún día lo terminaré. Lo dejé porque quería ver la película "Lejos de ella" sobre el Alzheimer en el canal Sundance TV. No decepcionó mis expectativas. Muy buena. Ver películas es algo que he podido hacer desde que me jubilé y más exactamente desde que vine de Guatemala. No había tiempo para ellos. Leer me ha gustado hacerlo siempre y lo "hacía a hierro" en las vacaciones. 

Después de regar, justo antes de hacerse de noche, cené y me puse a escribir esto que acabo de subir. Ahora haré uno o dos Sudokus y me acostaré. Estos días que me estoy bañando después de comer no me acuesto a dormir la siesta, por lo que me acuesto más temprano. Antes me tomo mi aspirina infantil e inspiro el medicamento para la rinitis perenne que me impide respirar por la noche. La zona de la nariz y la garganta es mi punto débil. ¡Un buen día el lunes!


Y en esta segunda quincena de septiembre


Con amigos de Sevilla aprovechando mi cita con el médico.


Y con los de Alanis

Me invitaron a una paella. A algunos los conocía desde los años que viví allí. 
¡Perfecta acogida! Gracias


¡Hasta la próxima, primero Dios!






 

jueves, 17 de septiembre de 2020

Seis meses

El 11 de marzo, la Organización Mundial de la Salud (OMS), tras dar la alarma de la cantidad de contagios y la "inacción" de los gobiernos declaró la pandemia del coronavirus. Tres días después, el 14 de marzo, se declaró el Estado de Alarma en España. Desde entonces se vive un tiempo totalmente diferente a lo que había vivido hasta ahora no sólo a nivel nacional sino también mundial. Ha sido algo que ha modificado "totalmente" la vida cotidiana de la humanidad y que ha motivado la pérdida de la vida a miles de personas. En estos seis meses, son más de 28 millones de contagios y 900.000 víctimas mortales en el mundo y oficialmente unos 29.418 en España y real más de 45.000.
En otra crónica escribía sobre cómo habría influido esta situación en los niños y sobre las secuelas que dejará en sus vidas. Pero algo que me ha pasado me ha motivado a escribir sobre lo que hemos perdido en este medio año desde que se declaró la pandemia. Sería lo mismo que reflexionar sobre cómo está siendo nuestras vidas ahora.
No he podido participar en las comuniones de los hijos de mis amigos, ni asistir al entierro del padre de una buena amiga, ni asistir a cumpleaños, ni tener encuentros con amigos que he venido teniendo anualmente ya sea en mi casa o en la de ellos, ni poder ver cara a cara al médico de cabecera, o tener que salir apresuradamente de una celebración al comunicarme que un amigo con el que había estado tenía un virus sin especificar cual era... Eso a nivel personal pues se han suspendido todo tipo de celebraciones y fiestas populares, lugares de encuentro y de alegría.
Todo esto sin olvidar la desastrosa situación económica en las que se encuentran cantidad de trabajadores, comerciantes y autónomos. 
Aquello tan normal como salir a la calle y olvidarse la mascarilla en casa, nos indica que aún para nosotros esto no es normal. Es anormal. Intentar considerar que sea normal lo no es normal es una contradicción filosófica. 
A partir de julio, y tras unos meses en la que se vivió un cierto valle en las estadísticas, volvieron a producirse una alza en el número de contagio, aunque con menos carga letal. Y en determinadas zonas de España estos van en aumento de manera incontrolable. 
Solo las vacunas o el contagio nos puede llevar a una inmunidad colectiva. En este tiempo las investigaciones para alcanzar una vacuna se ha multiplicado dando algunas esperanzas de que en el año próximo ya pudiera administrarse. El nivel científico alcanzado a día de hoy son mayores que las de hace unas decenas de años, lo que nos permite concebir que las vacunas no necesitan el tiempo que antes eran de varios años.
Pero ahora se tiene un sentimiento de indefensión. No sabes quién te puede contagiar. Porque el que lo haga tampoco es consciente de ello. Lo que hace que para determinados grupos de personas se viva este momento de una manera muy tensa, por no decir estresante. Es imposible sentirse seguro. Y no hablemos de los que tiene un trabajo que requiere una relación con muchas personas. 
Por otra parte las informaciones nos hablan de que hay grupos de personas que viven como si no hubiera nada. Lo que hace que aumente la inquietud. 
Hay que tener en cuenta que hay que procurar no contagiarse. Es verdad que los contagiados ahora experimentan con menos gravedad el contagio, aunque también haya fallecidos. Pero como éstos no se visualizan, ni se visualizaron antes, se puede pensar que no nos sirven para cambiar los hábitos. Como si hubiéramos salido ya de la pandemia. 
Hay que ser optimista. Esperemos que en los próximos seis meses se alcance la normalidad deseada en todo los campos y, a nivel personal, podamos vivir en contacto con los familiares y amigos.
Me gustó esta información sobre ello en https://www.france24.com/es/20200911-coronavirus-pandemia-covid19-seis-meses-oms-balance


¡Hasta la próxima, primero Dios!