Una de las ciudades guatemaltecas en dónde me encuentro más a gusto es Quezaltenango, nombre que le dieron los indígenas mexicano que la conquistaron junto a los castellanos. Se le conoce como Quetzaltenango debido a que los tlascaltecas, que venían acompañando al conquistador Pedro de Alvarado, divisaron grandes cantidades de aves en esta área a las que ellos en náhuatl llamaban quetzalis. Fue así entonces como pasó del nombre antiguo —Xelajú— al actual, Quetzaltenango, pues en su lengua "tenango" significaba lugar. Hoy se conoce coloquialmente como Xela.
Tras pasar por la capital me acerqué a esta ciudad. Emplee dos días para pasear por ella. Es una ciudad que ha mantenido un urbanismo respetuoso con edificios antiguos así como de sus calles en lo que sería su centro histórico. El ambiente es agradable y me parece bastante seguro, cosa que no es poco en este país.
Me gustó mucho entrar para cenar en un restaurante conocido y en el cual me llevé una sorpresa gratísima al ver como había sido su remodelación, pues era original, y además la comida esta exquisita.
El restaurante, decorado en madera, que tiene el sabor especial de los locales de Baviera, es un lugar donde se da la interculturalidad entre hombre y mujeres de distintas nacionalidades. También se da, y así se lo hago observar a mis amigos, que las guatemaltecos de las etnias originarias del país brillan por su ausencia.
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