jueves, 15 de diciembre de 2022

La alegría de verla

Escribir esta crónica en pleno vuelo por encima del océano Atlántico es algo original.
La última trataba sobre la enfermedad de mi hermana mayor. Aprovecho mis viajes a Guatemala para pasar unos días con su familia. Ellos me llevan a Madrid y, esta vez, cogí el cercanía para Barajas. Iban al hospital para determinar todo sobre la quimioterapia. Cuando ya estaba en el avión me ha dicho que le han propuesto un tratamiento experimental. Hace unos días escuché algo sobre ello. Cuando me lo decía por teléfono le dije que sí, que se apuntara. Ya ellos lo habían decidido. Pero tienen que aceptarla si reúne las características establecidas. Comenzaría el tratamiento dentro de quince días.

Llegué ayer, día 16, a casa de mi hermana. Tras seis horas de viaje por la ruta de la plata, tras 510 km, mi deseo era verla. La encontré dolorida pero con su estilo y forma de ser de siempre. Inmovilizado su brazo derecho se desenvuelve bien. Hace más de lo que puede. Mi cuñado se deshace por evitar que haga algo. Y asume toda las tareas de la casa y el cuidado extremo de ella. ¡Qué muestra de cariño, de amor! Ella me lo reconoció ayer por la tarde.

Me ha gustado mucho haberla visto. Me ha servido para descubrir cómo está. Más preocupada por el brazo que por sus pulmones. Y con muchas ganas de seguir adelante.
Seguir mi camino hacia Guatemala lo hago ahora más tranquilo, aunque sigo preocupado y atento a su evolución. 

¡ Hasta la próxima, primero Dios!

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