Así es cómo nos identificamos el grupo de amigos que, después de casi 25 años, nos seguimos viéndonos año tras año, en Navidad, y a veces en algún que otro momento.
Formamos parte de un grupo del Junior en la parroquia de Juan XXIII después de que ellos hicieran la primera comunión. Son chicos del barrio e iban al mismo colegio, pues la mayoría eran vecinos. Conocía a sus familias y las relaciones con estas eran muy cercana. Estuvimos reuniéndonos semanalmente hasta que, ya jóvenes, pasaron a la universidad u otras opciones. Pero nuestros encuentros continuaron. Este pasado miércoles nos volvimos a juntar. De ellos unos están viviendo en el extranjero y el resto en España. Ya dos tienen hijos. A todos la vida les va más o menos bien. No estuvieron todos, algunos estaban muy lejos y otros trabajaban, pero fue un momento importante.
Lo que es central en estos encuentros es un juego de cartas. No nos jugamos nada, pero ser el primero o el último significa mucho y es un título, o una carga, que dura hasta el siguiente encuentro. La pútrida la aprendí de Benjamín durante mi estancia de tres años en Madrid. En otros lugares se le llama "pocha", pero como ese es el nombre por el que la conocí, así le denominamos. Y lo de élite porque se juega a un gran nivel.
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