La familia Romero Vera celebró hace unos días las bodas de oro del matrimonio de los fundadores de la misma.
Unas dos semanas antes recibí una llamada de ellos comunicándome el acontecimiento e invitándome a ella. "Sólo asistirá la familia: hijos, nietos, hermanos y sobrinos con sus respectivas parejas. Tú eres considerado parte de ella; pues aunque no nos casaste (era imposible por mi edad), lo hiciste con mis tres hijos."
Yo le manifesté la alegría que me daba esa invitación, ya que es una familia muy querida por mí. No hemos perdido el contacto desde que nos conocimos allá por el año 1988 cuando comencé mi ministerio en Paradas. Era una familia muy cercana a la parroquia y colaboradora en todo lo que se les requería. Por ello, al conocerla, se involucraron mucho más. Y desde entonces siguieron siendo parte activa de la comunidad parroquial. Con sus hijos mantengo una muy buena relación.
La celebración de la eucaristía, presidida por mi querido amigo Miguel Ángel, fue un precioso momento de encuentro, desde la fe, de acción de gracias al Padre, de manifestar el amor y el cariño que se tiene toda la familia.
Si ya fui muy alegre por la invitación, tras la vivencias de ese día, la alegría aumentó. Fue muy intensa esta celebración. Gracias Jesús, gracias Mari Pepa.
¡Hasta la próxima, primero Dios!
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