lunes, 15 de enero de 2024

Doble alegría

Muy cerca de la Navidad fui invitado por Carmen, alguien que no conocía a una jubilación. Cuando se presento ya descubrí el motivo de esa invitación. Carmen era hija de Mari, la cocinera durante más de cuarenta años del Colegio Manuel Sánchez Alonso de Arahal. Este colegio es muy significativo en mi vida, no solo profesional, sino personal.
Llegué a él, procedente de mi primer destino definitivo, procedente de Agüimes, Gran Canaria, en el año mil novecientos setenta y nueve, a la edad de veinticinco años. Era cuando me había decidido a terminar los estudios de teología y ordenarme sacerdote. Elegí ese destino porque en esa localidad estaban de sacerdotes dos grandes amigos míos: Paco Silva y Pepe Lora, los dos ya fallecidos aunque la diferencia de edad, entre ellos y yo, era de un año por delante y otro por detrás. Grandes sacerdotes y mejores amigos.
A los pocos años de estar en él entró de auxiliar de la cocinera Aurora, Mari. Y hasta hace unos meses ha ejercido con total dedicación, profesionalidad y cariño hacia alumnos y profesores esa profesión.
Inmediatamente le dije a Carmen que sí, que contaran conmigo. Me hacía ilusión estar con ella, con su familia, esposo, hermana cuñado, que son amigos míos. También pasar un tiempo con los antiguos compañeros que iban a acudir y a los que hacía años que no veía. La amistad se conserva aunque no nos veamos con frecuencia y la idea de disfrutar de su compañía me encantaba. 


Estando en el convite me llevé una alegría inesperada. Se acercan a mí tres maestras del colegio y me preguntan si yo era Alfredo, Para mi sorpresa me dicen que ellas había sido alumnas mía en ese colegio. ¡Oh! Me dijeron sus nombres: Isabel, Amaya y María del Carmen. Por su nombre sólo recordaba a Amaya pues había tenido más contacto con ella y conocía a sus padres.
Para un maestro el que sus alumnos haya tenido éxito en sus vidas, sea de la profesión que sea, es una satisfacción inmensa y que te reconozcan, te saluden y se alegren de verte es muy agradable y te llena de alegría. Y, en este caso, que estén de profesoras en el mismo colegio donde estudiaron no deja de ser algo magnífico. Y ebcina ne encontré a otros amigos que están también de maestros en el colegio.
Ese día me encantó poder disfrutar del encuentro.
¡Hasta la próxima, primero Dios!

No hay comentarios.:

Publicar un comentario