jueves, 16 de diciembre de 2021

El Gran Jaguar

Petén es especial. Con una extensión de 36.000 kilómetros cuadrados es el departamento más grande de Guatemala ocupando un tercio del territorio. Unas dos veces y media la provincia de Sevilla. 

Se encuentra a más de 400 km de la capital. Y esto es a Flores que se encuentra al sur del departamento. Y hasta ésta se puede llegar por carretera asfaltada que se va perdiendo conforme nos alejamos de ella. Pero hablar de kilómetros y traducirlo a lo que supone en  occidente puede llevarnos a un error fatal. Lo que supondríamos una hora por cada km habría que sumarle el doble por lo menos. Y la parada obligada para almorzar. Mi crema de pollo y el fresco de tamarindo estaba maravillosa.

Y Petén es la amazona guatemalteca. Todo es selva, bueno en los últimos cincuenta años se ha desforestado un 10 por ciento. Y eso es debido al crecimiento de plantaciones de palma aceitera africana que a los veinticinco años las tierras dedicadas a la palmera de aceite quedan debilitados y pierdes su capacidad agrícola en pocos años. Se ha demostrado que se requieren veinticinco años para conseguir que la zona en la que se plantó palmera se vuelva fértil. 

Salí para Flores acompañado por Miguel "Edom", conocido mío desde mi estancia en Huehuetenango, y en aquel momento estudiante de Magisterio en La Salle. Lo he visitado varias veces en Playa del Carmen en Yucatán. Ahora quedamos en viajar cuando terminara su estancia en México. Ya hablé de él hace dos crónica. Hacía tres años de que no nos veíamos, y como la amistad no exige el encuentro presencial, ni se extingue por ello, nos sentimos muy a gusto  juntos. Y aunque cada uno evolucionamos y desarrollamos nuestra vida, él más que yo como es normal, nuestra relación permanece intacta.

Estuvimos tres días. En el del medio decidimos ir a Tikal. El resto a conocer Flores. Tikal es un símbolo del país. Es uno de los mayores yacimientos arqueológicos y centros urbanos de la civilización maya precolombina, junto con Calakmul, Chichen Itzá, y Palenque. Forma parte del Parque nacional Tikal, que fue declarado Patrimonio de la Humanidad, por la Unesco, en 1979.​ ​Tikal es uno de los centros turísticos más importantes en Guatemala.

Tikal fue la capital de un estado beligerante, que se convirtió en uno de los reinos más poderosos de los antiguos mayas. ​Aunque la arquitectura monumental del sitio se remonta hasta el siglo IV a. C.  Tikal alcanzó su apogeo durante el Periodo Clásico de la cultura Maya, entre 200 y el 900 d.C. Durante este tiempo, la ciudad dominó gran parte de la región maya, en el ámbito político, económico y militar; mantenía vínculos con otras regiones llegando a la capital del Valle de México. Después del periodo clásico ya no se construyeron monumentos mayores.

Tikal con el descubrimiento de muchas de sus respectivas tumbas y el estudio de sus monumentos, templos y palacios, es probablemente la mejor de las grandes ciudades mayas de las tierras bajas de Centroamérica.


Tener un guía bueno es un premio en los viajes. Y si te siente vivir y descubrir el contexto de lo que se esta viendo, y que él mismo lo viva, es ya algo magnífico. A nosotros nos ocurrió eso. Se mereció el aplauso de los seis que formábamos su grupo cuando termino de explicarnos la espiritualidad maya sin la cual no es entendible dicha cultura.
El recorrido de todo el recinto nos muestra exquisitos ejemplos de templos en forma de pirámides escalonadas tales como el Gran Jaguar, el Templo de las Máscaras, el Templo de la Serpiente Bicéfala, y el templo de de las Inscripciones, así como plazas, conjuntos conmemorativos del Mundo perdido, juegos de pelota, complejo de pirámides gemelas, una enorme colección de monumentos tallados y gran cantidad de sitios periféricos a su alrededor.
Para terminar la visita pudimos observa como el sol desaparece en un mar de selva. Es un espectáculo de la naturaleza. Algo único poder observarlo desde la cima de unos de los templos adaptado para ello.
He podido verlo por segunda vez y no me importaría verlo por tercera vez. La suavidad con la que desaparece. Pareciera que el sol iba a entrar en la selva y ésta lo recogiera con dulzura en sus brazos, acunándolo para que así  descansara de su recorrido diario y esperar el momento de salir otra vez. 

 ¡Hasta la próxima, primero Dios!


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