jueves, 8 de junio de 2023

Mi primera semana en Guatemala

Ha estado lloviendo a cántaros cada tarde en esta temporada de lluvia en Guatemala. Normalmente no suelo venir en esta época del año. En el clima tropical en estos meses hace calor por la mañana y llueve por la tarde. En la época, para nosotros de frío, que es cuando he venido en otros años, meses de noviembre y diciembre, no llueve.

Llegué hace dos lunes a Guatemala. Llovió. Vino a recogerme mi amigo taxista Jorge. Me quedé en nuevo hotel, más antiguo, pero muy acogedor. El encargado señalándome al suelo me dice: "mármol español". ¡Pues muy bien! Hice las cosas que normalmente realizo al llegar: Sacar dinero, lustrarme los zapatos, recargar mi "celular" de Guate e ir a la barbería. 

El día siguiente vinieron a recogerme para llevarme a la estación de Álamo, la empresa de autobuses que hace el trayecto a Quezaltenango, la segunda ciudad del país. Allí cené con mi amigo Rafael. Siempre es una oportunidad para repasar cómo estamos, hablando un poco de todo y disfrutar de nuestra amistad, que ya lleva algunos años.  Y siempre con la confianza y el cariño que nos tenemos mutuamente. A él se le cae la baba cuando habla de sus dos hijas y yo disfruto escuchándole hablar de sus proyectos.

Al día siguiente, martes 30, tenía una cita  muy importante. Mi querido y seguido club, el Sevilla F. C., se jugaba la posibilidad de alzarse con la copa de la Europa League. Hubiera intentado ir a Hungría de no haber estado aquí. Intentado porque muchos quisieron ir y no encontraron aviones. ¿Mala gestión del club? ¿Buscar un enriquecimiento "ilícito" por parte de las agencias de viajes? Me hubiera gustado mucho ir a Budapest, pero éste viaje ya estaba organizado. ¿Quién daba un duro por el Sevilla? Tal y como estaban las cosas en febrero, mes en el que saqué el boleto, no era muy previsible, aunque "nadie la quiere como nosotros".

Había quedado con Juan Manuel Sanz en verlos juntos y después me llevaría a Huehuetenango. Él conocía, donde almorzaríamos. El sitio era "El rincón español". Un bar que gestiona un gaditano de San Fernando, Samuel. ¡Un buen tío! Junto con Luis, amigo de Juan Manuel, pudimos vivir el triunfo del Sevilla F.C. con algún nerviosillo propio del desarrollo del partido. 

Por la tarde del miércoles, aquí el partido terminó hacía las tres de la tarde, me llevo hasta Huehuetenango.

Me instalé en mi hotel de referencia en esa ciudad, y me dispuse a disfrutar de ella. No me resulta difícil adaptarme a Huehue. La siento algo mía. No en vano he vivido y transitado por ella algunos años. El centro de la ciudad es relativamente seguro para mí. No me siento mal ni con sensación de inseguridad. 

El hotel es céntrico. Y, con satisfacción, observo, que hay gente que me saludan a esas horas de la noche, como mi amigo Ríos que vende Cheveres (salchichas) en un quiosco callejero. 

Aquí a las seis y media de la tarde esta ya oscuro. 

Salí a cenar y me sorprendió una procesión que estaba  entrando en la catedral que ocupa un lateral del Parque Central. 

El jueves comencé las visitas que tenía programadas lo que me permitió ocupar los días previos al domingo y así estar un tiempo con los amigos que tengo en la ciudad.

Jueves, en la casa de Juan Manuel, almorcé con su hermana Concha, con Manrique y Carmen, Pepi, Ernesto y Hellen. 

Más tarde se añadió mi amigo Mateo de Jacal con un amigo cuyo nombre no me viene a la cabeza. 

Por la noche cené con el amigo Mynor y su esposa. 

El viernes, tras la visita al Monasterio de las hermanas clarisas, fue  el turno a Amílcar en el almuerzo, su esposa Julia estaba en Colombia. 

La cena fue con mis amigos los doctores Orlando y Sosa que me han tratado, con éxito, de mis problemas de piel.  

El sábado vino de Luis de Colotenango. Llegó muy temprano por lo que paseamos por Huehuetenango hasta que se hizo la hora de almorzar con la Familia de Sharley y Mynor. Diego, su hijo mayor, jugaba al futbol, por lo que fuimos al campo a verlo y almorzar allí mismo. Me falta mencionar a Sebastián el hijo menor que es una fotocopia de su hermano mayor. Diego, cuando me vio el domingo en misa, me dijo algo, en presencia de sus padres, que me dejó impresionado: "¡Cuándo me vas a adoptar!"

La tarde del sábado tarde y la noche lo pasé con otro amigo, Gudiel, ex-mesero del restaurante D' Carlos, su esposa y Erik. Nunca habíamos hablado mucho más que un saludo cercano durante mi estancia en Huehue. Por Facebook si la habíamos hecho. La conversación, antes de unirse la mujer, fue muy reveladora de su personalidad.

Y esperando la llegada del domingo, autentica razón de mi estancia en Huehuetenango, como explique en una crónica previa, me retiré al hotel.


¡Hasta la próxima, primero Dios!

Altar mayor de la catedral de Quezaltenango

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