domingo, 11 de junio de 2023

En uno de mis rincones preferidos.

Pensar en Guatemala, es pensar en Tilapa. A Tilapa siempre he vuelto en mis viajes a este país. Esta vez he estado cuatro días, de miércoles a sábado.

Tilapa es mi sueño durante el tiempo que no paso aquí. Estoy relajado, sin prisas, sin nadie ni nada que me turbe. Buen sitio. 

Un lugar con un excelente clima, en un hotel a escasos doscientos metros de una playa donde no hay nadie, unas piscinas de agua dulce magníficas, una comida a la carta, una acogida cariñosa... por eso vuelvo. Este hotel, "Sueños en el océano", esta situado en un manglar dónde se llega en lancha. Tengo que decir que además no tengo en este lugar ninguna sensación de inseguridad. 

El embarcadero de Almendrales que está lleno de lugares dónde se trabaja el pescado y desde donde salen las lanchas a Tilapita y a otros caseríos.
Las lanchas son el medio imprescindible de mantener la vida en Tilapa,
pues allí no llegan los coches. Otro aliciente más de este lugar. 

He pasado cuatro días maravillosos. Aquí os dejo las fotos.

Antes de la pandemia las lanchas costaban cinco quetzales. Cuando le pedí al lanchero del primer servicio, Santiago, el costo, me pidió veinte. Le dije que me estaba cobrando de más, pero que le iba a dar los veinte que me pedía. No tenía otra solución. Tampoco sabía cuanto costaba ahora, pero me parecía muy exagerada la subida.
Cuando por la noche fui a tomarme una cerveza el lugar era propiedad de la señora que traía los refresco por la mañana en dicha lancha. Y le dije lo que me había cobrado Santiago. Su respuesta fue clara: "Ladrón". Efectivamente costaba diez quetzales. Y me dio el teléfono de otro lanchero: Chepe.
Al día siguiente me lo encuentro, con otros lancheros en el embarcadero de Tilapita. Me llamó para ir con él y le dije en voz alta, para que se entera los otros lancheros: "Ayer me cobraste veinte. Ya durante toda mi estancia aquí, no me subiré nunca con usted". La venganza se vende en pequeñas dosis. Jajaja 


La entrada al hotel y al fondo la playa.








Esperar la puesta del sol es algo que a todos nos gusta.
He visto muchas y creo que todas diferentes.

Viajar entre la aldea de los Almendrales hasta la cabecera
del municipio, La Blanca, se hace en TUC -TUC.
La charla con los conductores, además de hacer
los 14 km de distancia más agradable,
tiene el interés de conocer a la población local.
En la foto con Sergio con el que tuve una charla
muy agradable.



Estando escribiendo la crónica, Cesar,
el hijo del matrimonio que lleva el hotel, 
 llega por detrás mío y me ofrece ese mango con picante.
Se había él preparado uno y me hizo otro para mí. ¡Maravilloso!


Hay algunos sitios agradables para almorzar en La Blanca. Normalmente iba a los Almendrales para tomar un Tuc - Tuc que me llevara a La Blanca. En este restaurante se comía rico y barato.

¡Hasta la próxima, primero Dios!


¡Hasta la próxima, Tilapa!





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