miércoles, 28 de junio de 2017

Los danzantes de Pujilí

“Tengan cuidado de los falsos profetas”
Y continúa por sus frutos lo reconocerán. El árbol bueno da fruto bueno. ¡Siempre! Nosotros no somos un árbol. A veces damos frutos exquisitos, otras malos, otras sin sabor… Lo importante es querer dar frutos buenos y poner los medios para ello.
Entonces seremos buenos profetas del Amor de Dios.
Gracias a mi “pana” Yoni

Con Yoni y con alumnos de la U.E. del Milenio
de Zambahua.
Mi última visita a una Unidad Educativa del Milenio la realicé a Zambahua, una de las parroquias rurales del Cantón Pujilí.
Allí conocí a al profesor Yoni. Ya hablé de él en otra crónica. Con Yoni conecté rápidamente pues se me acercó a preguntarme quién era y qué hacía allí. Esto habla de cómo es: una persona abierta y extrovertida, segura de sí misma.
El vive con su mujer en Latacunga la capital de la provincia de Cotopaxi donde yo tenía mi residencia durante esa visita.
En esta segunda estancia, y debido a que tuve prácticamente todo el tiempo libre, conecté con él y en seguida me invitó a las fiestas de la octava del Corpus Christi a Pujilí de donde él es oriundo. En Pujilí vive su padre y algunas de sus hermanas.
Y allí me encaminé. Siempre valoro muchísimo el conocer un país desde dentro. Pues así lo conoces en profundidad. Y vivir en una familia te permite esto.
  La conexión con todos ellos fue fácil y gratificante. Inmediatamente me encontraba con en mi casa. Esto es mucho de agradecerles a todos y cada uno de ellos. Y con ellos pasé cuarenta y ocho horas magníficas. Y sin saberlo conocer unas fiestas sin igual en todo el Ecuador: el Danzante de Pujilí.
Pujilí se encuentra a unos diez kilómetros de Latacunga. Tienes unos setenta mil habitantes repartidos entre la cabecera del municipio y seis parroquias rurales, entre ellas Zambahua, dónde realicé la visita a la Unidad Educativa del Milenio que se encontraba como a cuarenta y cinco minutos de Pujilí. Debo de decir que me impresionó Pujilí por su urbanismo, su limpieza, su ornato, la iluminación…
De este municipio es de donde es el Danzante. Esta fiesta, de origen prehispánico, se incorporó a las fiestas coloniales en una mezcla maravillosa de tradiciones.
El personaje principal de las festividades del Corpus Christi, bailaba antiguamente de alegría por la cosecha del maíz, como parte de los ritos en honor del cacique principal. Esta unión de tradiciones cristinas y paganas, con valores culturales, ancestrales y folclóricos la han convertido en Patrimonio Cultural Intangible de la Nación.
El sábado anterior a la celebración de la fiesta litúrgica del Corpus Christi tiene lugar el gran desfile.
Esa noche del viernes con “mama”, la abuela materna de Yoni, su madre murió en un accidente de tráfico, y su tío, fuimos a poner sillas en el recorrido oficial para así asegurarnos tener un buen sitio para ver el desarrollo de pase de los danzantes. Curiosidades de la vida. Todas las aceras tenían sillas puestas por particulares a lo largo del recorrido. ¡Y allí estaban al día siguiente!
     Y con toda su familia fuimos el sábado por la mañana a verlo: hermanas, tíos, primos, amigos… con sus respectivos y respectivas allí nos situamos dispuestos a disfrutar. No faltó ni la comida, aportada por las personas más sensatas, ni la cerveza comprada a escote entre todos.
Es curioso cómo los participantes llevan fruta, caramelos, bebida… que reparten entre los que están contemplando el discurrir de ese desfile.
El danzante es un condor. Su cadencia simula el vuelo del carroñero. Dos pasos aventados a la derecha, dos a la izquierda… Los brazos batientes. Las plumas de pavo real en la corona y una amplia cola que cae hasta los talones completan la figura del ave en el cuerpo del bailarín.
  El desfile comenzó a las 10 de la mañana y se alargó  hasta más de las cuatro de la tarde.
Danzante no puede ser cualquiera. Llegar a serlo es un prestigio personal. Tiene que bailar, además de portar todo el traje, con una corona que puede pesar más 11 kilos. Tiene que danzar marcando bien el paso y además aguantar el traje durante seis horas.
 El traje del danzante conjuga las distintas tradiciones de esta fiesta. La corona mide unos ochenta centímetros y está adornada con imágenes religiosas y figuras del sol.
  El danzante está presente en la arqueología prehispánica, donde su traje estaba adornado con oro, piedras preciosas y espejos, para adorar el Taita Inti (Padre Sol).
El personaje lleva en la mano el tocto del maíz, que es la parte superior de la planta donde se encuentra la flor. El penacho convierte al danzante en hombre-maíz. Representa la fertilidad de la cosecha. 
En el resto del traje están representado el arcoíris y el condor. Los calzones son de encajes muy anchos, cascabeles en las piernas que les sirve también para mantener el compás de la danza, alpargatas y medias blancas.
             A veces esos danzantes van precedidos por mujeres, o Mama Danzas, que representa a las sacerdotizas que enseñaron a bailar a los danzantes.
Con los cascabeles, que llevan suspendidos en sus pies, se quiere representar el generar la lluvia y es purificador del ambiente y de la fiesta.
Tras cada grupo de Danzantes o de compasar hay una orquesta o banda que va tocando el ritmo a los bailarines. Pues en el desfile no interviene sólo danzantes, mas de setenta comparsas de todo el país intervienen en él aportándole coloridos y músicas diferentes.
Además el desfile no es sólo el del sábado, tanto el viernes como el domingo hay desfiles. El del domingo, menos famoso, posiblemente sea más auténtico pues en él participan danzantes indígenas. Aquí unas fotos de esas comparsas.


  


 

 No se puede hablar de estas fiestas sin hablar de los organizadores: los fiscales y los alcaldes que están al frente de los gastos y el control de las mismas. Son elegidos anualmente y son muy importantes en el desarrollo de la fiesta. Y, como en todas las comparsas, ellos también van distribuyendo algo de bebida durante el paso del desfile.
            Y estaba decidido a hacerlo. No podía irme de Ecuador sin probarlo. Tenía el cuerpo hecho a ello. Y la experiencia fue de lo más agradable.
         Me invitaron el domingo por la mañana a probar el Cuy. Y dije que sí. ¿Qué cuál fue mi impresión? Pues pedí la parte trasera por eso de no verle la carita. Cuando lo probé creí reconocer el sabor. No me fue extraño. Una mezcla entre pollo y cordero lechal. Esa sería mi definición. Me gustó. Y me alegro, pues me dijeron que me iba a gustar. Faltaba un poco de vino tinto que hubiera realzado el sabor. Conseguí hacerlo y no me arrepiento. Completa mi estancia en Pujilí. ¡Gracias mi pana!


“Hasta la próxima, primero Dios”

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