jueves, 17 de septiembre de 2020

Seis meses

El 11 de marzo, la Organización Mundial de la Salud (OMS), tras dar la alarma de la cantidad de contagios y la "inacción" de los gobiernos declaró la pandemia del coronavirus. Tres días después, el 14 de marzo, se declaró el Estado de Alarma en España. Desde entonces se vive un tiempo totalmente diferente a lo que había vivido hasta ahora no sólo a nivel nacional sino también mundial. Ha sido algo que ha modificado "totalmente" la vida cotidiana de la humanidad y que ha motivado la pérdida de la vida a miles de personas. En estos seis meses, son más de 28 millones de contagios y 900.000 víctimas mortales en el mundo y oficialmente unos 29.418 en España y real más de 45.000.
En otra crónica escribía sobre cómo habría influido esta situación en los niños y sobre las secuelas que dejará en sus vidas. Pero algo que me ha pasado me ha motivado a escribir sobre lo que hemos perdido en este medio año desde que se declaró la pandemia. Sería lo mismo que reflexionar sobre cómo está siendo nuestras vidas ahora.
No he podido participar en las comuniones de los hijos de mis amigos, ni asistir al entierro del padre de una buena amiga, ni asistir a cumpleaños, ni tener encuentros con amigos que he venido teniendo anualmente ya sea en mi casa o en la de ellos, ni poder ver cara a cara al médico de cabecera, o tener que salir apresuradamente de una celebración al comunicarme que un amigo con el que había estado tenía un virus sin especificar cual era... Eso a nivel personal pues se han suspendido todo tipo de celebraciones y fiestas populares, lugares de encuentro y de alegría.
Todo esto sin olvidar la desastrosa situación económica en las que se encuentran cantidad de trabajadores, comerciantes y autónomos. 
Aquello tan normal como salir a la calle y olvidarse la mascarilla en casa, nos indica que aún para nosotros esto no es normal. Es anormal. Intentar considerar que sea normal lo no es normal es una contradicción filosófica. 
A partir de julio, y tras unos meses en la que se vivió un cierto valle en las estadísticas, volvieron a producirse una alza en el número de contagio, aunque con menos carga letal. Y en determinadas zonas de España estos van en aumento de manera incontrolable. 
Solo las vacunas o el contagio nos puede llevar a una inmunidad colectiva. En este tiempo las investigaciones para alcanzar una vacuna se ha multiplicado dando algunas esperanzas de que en el año próximo ya pudiera administrarse. El nivel científico alcanzado a día de hoy son mayores que las de hace unas decenas de años, lo que nos permite concebir que las vacunas no necesitan el tiempo que antes eran de varios años.
Pero ahora se tiene un sentimiento de indefensión. No sabes quién te puede contagiar. Porque el que lo haga tampoco es consciente de ello. Lo que hace que para determinados grupos de personas se viva este momento de una manera muy tensa, por no decir estresante. Es imposible sentirse seguro. Y no hablemos de los que tiene un trabajo que requiere una relación con muchas personas. 
Por otra parte las informaciones nos hablan de que hay grupos de personas que viven como si no hubiera nada. Lo que hace que aumente la inquietud. 
Hay que tener en cuenta que hay que procurar no contagiarse. Es verdad que los contagiados ahora experimentan con menos gravedad el contagio, aunque también haya fallecidos. Pero como éstos no se visualizan, ni se visualizaron antes, se puede pensar que no nos sirven para cambiar los hábitos. Como si hubiéramos salido ya de la pandemia. 
Hay que ser optimista. Esperemos que en los próximos seis meses se alcance la normalidad deseada en todo los campos y, a nivel personal, podamos vivir en contacto con los familiares y amigos.
Me gustó esta información sobre ello en https://www.france24.com/es/20200911-coronavirus-pandemia-covid19-seis-meses-oms-balance


¡Hasta la próxima, primero Dios!

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