En febrero tuve que decidir qué hacer ante dos "invitaciones" que recibí de dos amigos. Las dos me exigía tomar una decisión que, en principio, no tenía prevista. Pero eso, que me cogía de improviso, no era óbice para no atenderlas. Las dos llevaban implícito el cariño de unas personas hacia mí y no tenía más que decir que sí, implicara ello lo que implicara.
Jerónimo y Susana me invitaron a sus XXV años de casados. Matrimonio que presidí por las amistad que me unía con ellos desde que lo tuve a él como alumno en el colegio público Sánchez Alonso de Arahal, y con los que he mantenido una relación continua. Por supuesto que le dije que sí, aunque al oír la fecha de la celebración mi mente me decía que debía cambiar otra cita con la que me había comprometido anteriormente. Y ello no me implicaba a mí sólo sino también a otras seis personas que habíamos realizar un viaje, en el que yo era el guía. Mi decisión hizo que el grupo cambiara en día de salida.
La celebración fue todo un éxito. Me encantó ayudar al desarrollo de la misma, aunque conseguí no ser yo el que la llevara. Un sobrino de ellos lo hizo de maravilla. A muchos de los participantes los conocía, familiares y amigos. La conclusión de la velada me llenó de satisfacción. Las relaciones de amistad tienen que demostrarse.
En diciembre pasado junto con Luis |
Charli, Carlos, es amigo mío del primer año en Huehuetenango. Era mesero en D' Carlos, un restaurante al que iba a cenar los fines de semana. Es muy agradable y risueño. Enseguida establecimos amistad. A los pocos meses me preguntó que si podía ayudarle a pagar la mensualidad de la universidad. Me sorprendió agradablemente. Era estudiante de medicina. Y seguimos viéndonos. Cuando iba a Guatemala tratábamos de vernos.
Hace dos años, en noviembre del 2021 me dijo que su novia estaba embarazada. Hace un mes me preguntó si quería ser padrino de su hijo en abril de este año. Algo que me emocionó muchísimo. Lógicamente le dije que sí, aunque ello me exigiera volver a Guatemala antes de lo que tenía previsto, con los gastos que ello conlleva.
Así que dentro de un mes estaré, Dios mediante, apadrinando por primera vez a un niño en su bautismo. La amistad te lleva por derroteros que no habías imaginado.
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