Se me llena el corazón de lágrimas y rabia cuando veo las ciudades bombardeadas y los ucranianos huyendo de sus casas y ciudades para ponerse a salvo.
Una invasión es una acción militar que consiste en la entrada de las fuerzas armadas de una entidad geopolítica en el territorio controlado por otra entidad semejante, normalmente con el objetivo de conquistar el territorio o cambiar el gobierno establecido.
¿Quién ha dicho o que ideología propugna que una nación puede ser agredida, invadida, por otra simplemente porque ésta ha decidido cuál debe ser la orientación de la primera? Hoy he leído que ya van dos mil personas muertas por esta agresión, y son incontables los ciudadanos que han perdido este nombre y lo han cambiado por el de refugiados. Además los destrozos de edificios son incontables. ¡Qué poco cuesta destruir y cuánto el construir!
El domingo estaba en el derbi gozando del desarrollo del mismo y mi mente me decía que algo no funcionaba bien. Había personas, en mi mismo continente, que vivía momentos de sufrimiento, que nunca se habían imaginado, afligido por extraños que interrumpieron en su vida normal por motivos que racionalmente no llego a admitir. ¡Y no dejo de pensar en ello!
Y encima siento personalmente la amenaza de que si otros países intervienen esta a mano el botón de las armas nucleares. Así de simple y así de preocupante es la forma en la que se juega en el tablero de ajedrez de este mundo por parte de las grandes potencias. No deseo considerarme en ningún momento ficha manejada por otros, sea quien sea. La desesperación, la suerte de los ucranianos, la rebeldía de éstos me hacen estar unidos a ellos y sentir una rabia inmensa.
¡Hasta la próxima, primero Dios!
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