miércoles, 23 de marzo de 2022

Un día de 29 horas

No es la primera vez que algunos de mis días tiene más horas de las veinticuatro. Lo mismo que hay otros que tienen menos. Cada vez que voy al continente americano pasa eso. Si vas para allá o si vienes pasa eso. Escribo esta narración  al día siguiente que llegué a Nueva York.

Y lo hago cuando acabo de pagar por una acción que no pensé demasiado al irme a comprar un enchufe americano, los que las espigas metálicas son planas. Traía uno y sirve, pero no para los enchufes con las varillas más gruesas, como las del ordenador; no entran. Fui al Walmart. Como siempre valiéndome del servicio que me presta el móvil. Traje también de España un cargador que funciona bien en el coche. Al salir esta tarde, ya madrugada en Sevilla, no lo traje conmigo. Y sucedió lo que en ese caso suele ocurrir. 

Después de la gran superficie, donde no encontré lo que buscaba, decidí pasarme por el centro del municipio donde está el motel. Al dejarme en el mismo, el localizador dejó de funcionar. ¡Pánico a bordo! ¿Cómo llegar al hotel? Es de noche, no hay muchos latinos por esta parte del País y si hay no están a esta hora en la calle... 


Siempre me he situado bien. El centro estaba hacia el oeste de donde se encuentra el hotel, pues cuando llegaba por la carretera de doble carriles a éste, la indicación de Elkton señalaba seguir adelante.  Volví a la entrada de la ciudad por donde había entrado. La hallé, pues reconocía una iglesia episcopal muy bonita por la que pasé al entrar en el pueblo. Me acordaba que para ir al Walmart había cruzado la carretera y no la había vuelto a cruzar. Así que a encontrar esa carretera siguiendo la que me llevó a la Elkton. 

Seguí esa carretera y la crucé porque no la reconocí. Había mucha oscuridad. El cruce donde estaba el motel tenía varios establecimiento con muchas luces y en el que yo pasé estaba muy oscuro. Al seguir la carretera observé que entraba en otro municipio. Di la vuelta. Y efectivamente cuando llegué al cruce anterior giré a la izquierda y a unos kilómetros reconocí de lejos el cruce donde estaba el Motel. 

Este error ha sido lo que más me ha inquietado en estas veinticuatro horas que llevo en EEUU. Unos han sido debido al inglés: en el control de pasaporte, en la búsqueda del lugar donde se encontraba la empresa del alquiler del coche, en el autoservicio donde almorcé. Otros el de aprender en un segundo a conducir coches automáticos o cuando hay cinco o más carteles de tráfico inmediatamente a la salida de un peaje de la carretera y ni te ha dado tiempo de leer ninguno... Y todo, como digo, se resolvió sin ningún problema. Es muy peculiar el paisaje de la parte este de éste país.

¡Hasta la próxima, si Dios quieres!

Elkton tiene un puerto que le da vida a esta pequeña localidad del Estado de Maryland.


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