Creyendo que me reconocían me aproximé a saludar a unos y a otras. Una de ellas, que estaba en un grupo, me dijo: "Hola Pepe". Mi carcajada, poco suave, hizo que todas dijeran mi nombre, manifestando que tampoco me habían reconocido.
¡Me reconocieron cuando me reí! Suelo reírme mucho. Lógicamente cuando puedo y debo hacerlo. Y es que me sale de una manera espontánea. Eso me encanta y creo que es algo que forma parte de mi ser.
- La risa me ayuda a saber posicionarme antes los hechos. El aprender a reírnos de las cosas nos aporta una visión más amplia de los hechos cotidianos, de nuestro entorno y sus posibilidades. En este sentido, a largo plazo, el hábito de reír puede modificar la percepción subjetiva que tenemos sobre el mundo y las cosas, marcando una tendencia a tomarnos los problemas con más distancia, desdramatizándolos y así ayudándonos a encontrarles una solución más fácilmente. Esto a la vez nos aporta una actitud más optimista hacia la vida y nos hace sentir más capaces de afrontar los problemas.
- La risa es en mí un signo de espontaneidad, autenticidad, dinamismo, positividad y cercanía, por lo que me ayuda a relacionarme y abrirme a los demás. Intento mantener a mi alrededor un ánimo positivo.
- Dicen que nuestro cerebro contiene unas neuronas conocidas como “neuronas espejo” que se encargan de recoger las actitudes y comportamientos que observamos a nuestro alrededor, activando los circuitos neuronales relacionados con esa acción en nosotros mismos, como si también lo estuviésemos haciendo. Pues estas neuronas nos dotan de una capacidad muy importante, que es la empatía. Significa esto que cuando alguien se ríe hace en los demás como si también estuviesen riendo para, muy probablemente, acabar haciéndolo. Y eso es un placer al observar que ello sucede.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario