
Ayer, en mi primer día en EEUU, al llegar me quedé en un hotel a unos ochenta kilómetros de Nueva York. Aunque el avión llegó a su hora, los trámites del control de entrada son demasiado largos. Después el encontrar el medio de llegar al punto de alquilar el coche, hacer las gestiones pertinente con una persona que no sabe castellano, ver cómo funciona éste, hizo que tardara más de dos horas en el aeropuerto. Pero todo se desarrolló de forma normal. ¡No hay que tener prisa! ¡Ya se sabe lo que hacen las prisas!
Casi no dormí. ¡Es lógico! Todo es nuevo, sobre todo el horario. El "décalage" es de cinco horas. Así que cuando me eché a dormir era casi tiempo de despertarme. Así que adelante el programa, hay que adaptarse a las circunstancias y así llegar a mi destino con menos prisa. Es admirable lo fácil que se acostumbra uno a conducir el coche automático. ¡Éste es inmenso!

Salía desde el camino que tenía proyectado: pasar por Filadelfia antes de llegar al próximo hotel. Lo había marcado en el móvil y me dirigí a ella. El motivo de esta visita era ver solo un objeto: la campana de la libertad.
La Campana de la Libertad (en inglés: Liberty Bell), es una campana de gran importancia histórica. Es quizás uno de los símbolos más prominentes asociados a la guerra de la independencia de los EEUU. Esta campana es también uno de los grandes símbolos abolición de la esclavitud, carácter de la nación y libertad del país, y ha sido usada como un icono internacional de libertad.
Con su toque más famoso, el ocho de julio de 1776 convocó a los ciudadanos de Filadelfia para la lectura de la Declaración de la Independencia. Antes, había sido tocada para anunciar la apertura del Primer Congreso Continental en 1774 y en otros acontecimientos previos a la independencia.
 |
Filadelfia dedica un gran espacio a la Independencia. |
La Campana de la Libertad fue adoptada por la Sociedad Americana Antiesclavitud como un símbolo del movimiento abolicionista. Había explicado esto muchas veces en mis clases de historia al hablar del nacimiento de ésta nación. ¡Así, que tenía que entrar en la ciudad a verla!
Era la primera vez, en este viaje que entraba en una gran ciudad (un millón y media de personas) y conducía por sus calles hasta llegar al centro histórico de la misma. Una gran logro poderla ver.
 |
Lugar donde se celebró el segundo Congreso Continental en el que cincuenta y seis delegados firmaron la Declaración de Independencia.
|
Y después ocurrió lo narrado ayer. Pero fue a peor. Al llegar el móvil no se abría, estaba "knock Out". ¿Y si no despertaba? ¿Cómo viajar? ¿Cómo ir a los hoteles? ¿Y al aeropuerto? A unas dos horas puede que se cargara. Después con el ajuste, !yo que no entiendo nada! fue poco a poco abriéndose y tras cinco horas volvió a estar como antes del apagón, gracias a Dios. ¡Otra noche en blanco! Voy a acabar con las interjecciones del ordenador.
Así que casi a las ocho de la mañana termino esta crónica dispuesto a visitar Washington tras el desayuno.
Hasta la próxima, primero Dios!
No hay comentarios.:
Publicar un comentario