Vista que tengo delante de mi casa. |
Y he paseado por lo que llamo el camino de las dehesas. Desde mi casa se encuentra a unos trescientos metros. Es una vereda que se utiliza para el paso de personas, vehículos agrícolas y paso de ganado.
Actualmente se utiliza también como rutas para el paseo de personas que las recorren en plan deportivo.
Paseando por ella se observan rótulos para indicar por dónde discurren las diferentes rutas. Es uno de los grandes deleites que tiene el vivir en San Nicolás.
Pasear por medio de campo es entrar en otro mundo. Es muy atractivo para el que lo contempla. Para mí, que provengo de un ambiente urbanita en el que nací y crié, es muy encantador. Y esa es la razón por lopté por vivir en lugares como este. Ha sido mi opción después de mi estancia en Latinoamérica. Y ahora, en este momento de crisis que estamos viviendo, he descubierto hasta que punto acerté.
La situación de la misma, en pleno parque natural de la Sierra Norte, en plena Sierra Morena, es única.
Además, mi casa, está en la ribera del Galindón que pasa por delante desde la que veo el bosque de galería por el que transcurre dicho río.
Bosque de galería en torno al Galindón. |
En los paseos se disfrutan de muchas cosas. Una de ella son los sonidos, o mejor dicho las melodías, del campo.
En el silencio se aprecian una serie de sonidos que hacen del paseo una invitación a la escucha, a la contemplación, a saborear lo que de bueno hay entre los que nos rodea. Esto te provoca bienestar interior y te ayuda a sentirte en contacto con el Creador.
Pero no todo es silencio. Hay sonidos muy diferentes que provienen tanto de los animales, como de las personas o de las máquinas.
Sí máquinas, que hacen del campo algo real, no un sueño o algo irreal. Son los tractores, los coches de los trabajadores o camiones de abonos, el ruido de las bombas de agua o de los aspersores e incluso el sonido de los aviones que pasan por la vertical de Constantina en sus rutas hacia el aeropuerto de Sevilla, o a Canarias o Marruecos desde Madrid.
Esto es lo más bello de pasear en silencio. Si vamos en silencio y prestamos atención escuchamos los relinchos de los caballos, los mugidos de las vacas, el gruñido de las cerdas, que pastan en los alrededores del camino en una fase de gestación avanzada, y los trinos de los pájaros, tan diferentes como son sus colores y tamaños. Cuando pasas cerca de los árboles a veces hay un ruido especial, fuerte. Es el batir de las alas de las palomas al comenzar a volar.
Y según donde te encuentres oyes los balidos de las ovejas con algunos sonidos típicos de los cencerros.
A veces los apercibes junto con los silbidos o los gritos de los pastores. Esos compuesto de dos tonos, uno grave u otro agudo: "¡Ta úuu! Ta ¡Júuu!" u otra llamada similar propia de ellos, que levanten la cabeza y comiencen a seguirlos. Y también se escuchan los ladridos de los perros manejando al rebaño o protegiendo las fincas.
También hay otros sonidos especiales uno de ellos el de viento que mueve las ramas de los árboles o el de la lluvia sobre la tierra, lo que percibimos gracias a otro sentido, el del olfato. El olor a tierra mojada es especial en sí mismo, como es el de las distintas flores.
Paseando por el campo se disfruta del paisaje. Esas tierras están adornadas de tantas florecillas que diríamos que componen un tapiz que ha tejido a su antojo la naturaleza. A veces se encuentran en tonos blancos, azules o mezcladas, además del verde, que con estas lluvias, que tan generosamente se ha prodigado en estos meses, ha inundado el campo de vida.
Ese paisaje de vegetación es completado por algunos edificios como son los cortijos con otros edificios que sirven para la economía a la que se dedican. Aquí están más dedicado a la ganadería y se observan los depósitos para los abonos.
En el silencio se aprecian una serie de sonidos que hacen del paseo una invitación a la escucha, a la contemplación, a saborear lo que de bueno hay entre los que nos rodea. Esto te provoca bienestar interior y te ayuda a sentirte en contacto con el Creador.
Pero no todo es silencio. Hay sonidos muy diferentes que provienen tanto de los animales, como de las personas o de las máquinas.
Sí máquinas, que hacen del campo algo real, no un sueño o algo irreal. Son los tractores, los coches de los trabajadores o camiones de abonos, el ruido de las bombas de agua o de los aspersores e incluso el sonido de los aviones que pasan por la vertical de Constantina en sus rutas hacia el aeropuerto de Sevilla, o a Canarias o Marruecos desde Madrid.
Esto es lo más bello de pasear en silencio. Si vamos en silencio y prestamos atención escuchamos los relinchos de los caballos, los mugidos de las vacas, el gruñido de las cerdas, que pastan en los alrededores del camino en una fase de gestación avanzada, y los trinos de los pájaros, tan diferentes como son sus colores y tamaños. Cuando pasas cerca de los árboles a veces hay un ruido especial, fuerte. Es el batir de las alas de las palomas al comenzar a volar.
Y según donde te encuentres oyes los balidos de las ovejas con algunos sonidos típicos de los cencerros.
A veces los apercibes junto con los silbidos o los gritos de los pastores. Esos compuesto de dos tonos, uno grave u otro agudo: "¡Ta úuu! Ta ¡Júuu!" u otra llamada similar propia de ellos, que levanten la cabeza y comiencen a seguirlos. Y también se escuchan los ladridos de los perros manejando al rebaño o protegiendo las fincas.
También hay otros sonidos especiales uno de ellos el de viento que mueve las ramas de los árboles o el de la lluvia sobre la tierra, lo que percibimos gracias a otro sentido, el del olfato. El olor a tierra mojada es especial en sí mismo, como es el de las distintas flores.
Paseando por el campo se disfruta del paisaje. Esas tierras están adornadas de tantas florecillas que diríamos que componen un tapiz que ha tejido a su antojo la naturaleza. A veces se encuentran en tonos blancos, azules o mezcladas, además del verde, que con estas lluvias, que tan generosamente se ha prodigado en estos meses, ha inundado el campo de vida.
Ese paisaje de vegetación es completado por algunos edificios como son los cortijos con otros edificios que sirven para la economía a la que se dedican. Aquí están más dedicado a la ganadería y se observan los depósitos para los abonos.
Estado de la Crisis sanitaria a día de hoy
Los nuevos contagios en las últimas 24 horas han sido 3.046. Cifras totales: 227.436 casos de coronavirus diagnosticados por PCR, 26.744 muertos. España ha registrado 123 nuevos fallecimientos en las últimas 24 horas hasta los 26.744 fallecidos a día de hoy.
Andalucía ya suma 859 afectados por coronavirus, 176 más que los que presentaba el martes pasado, según los datos aportados en el balance hecho este miércoles por el Ministerio de Sanidad, que además señala que el número de fallecidos asciende a 19. Y es que en las últimas horas se ha producido el fallecimiento de ocho pacientes. Las personas ingresadas en la Unidad de Cuidados Intensivos en la comunidad andaluza son 21 y que ya hay 38 personas que ya se han recuperado.
La Junta de Andalucía ha comunicado que en los hospitales sevillanos hay actualmente 70 personas hospitalizadas, de las que 22 permanecen en las UCI de Sevilla y su provincia. El número de casos detectados aumenta en 11 personas en las últimas 24 horas, dejando el número total de positivos diagnosticados en Sevilla en 2.842. Los casos activos en Sevilla y su provincia son 1.031 al descontar de los diagnosticados las víctimas mortales y las personas que han recibido el alta.
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