Fui a recogerlos a Madrid. Sabía por experiencia propia que no es fácil llegar a un país extranjero y moverse por él hasta encontrar como llegar a la estación de tren que les trajera a Sevilla. En el camino de vuelta pasamos por Trujillo tan relacionado con Hispanoamérica. Allí nacieron Pizarro y Orellana. Es una ciudad con muchos edificios históricos.
Me encanta atender a mis amigos de la mejor manera posible y, si de paso puedo compensar tanta atención que me depararon durante tres años, es como una obligación. Es agradable enseñar tu ciudad. Y contarles lo que has aprendido durante la vida de ella. Y eso que Sevilla no necesita mucho conocimiento, pues se da a conocer ella sola. Hace más falta observar, mirar con admiración, que escuchar alguna explicación. Sevilla se da a conocer ella sola. ¡Y es más sincera que ningún guía turístico!
¡Hasta la próxima, primero Dios!