Estoy ocupando mi tiempo en lo que alguien llamó parte de la vivencia de un acto que aún no se ha realizado. Experimento ya lo que será. Son los momentos previos de un viaje. Es una parte del mismo. Se trata de que hay un previo, una realidad y un post-viaje. Y que se disfruta en los tres momentos.
Se siente felicidad planificándolo aunque haya una pizquita de duda sobre si se realizará tal y como lo piensas al no saber muy bien cómo lograrás salir del aeropuerto o cómo encontrarás el mostrador de alquiler del coche que acabas de reservar. Te lo imaginas a partir de lo conocido, pero hay muchas posibilidades que no sea así. Como por ejemplo cuando llegamos a Atenas, en septiembre pasado, y no veíamos el logo de la agencia donde habíamos alquilado el coche. Tras encontrar a alguien que nos informara, supimos que había que salir al aparcamiento para encontrar a un microbús de esa empresa que te llevara a la agencia que habíamos contratado a unos kilómetros del aeropuerto.
Viajar es un momento de adquirir algo que no son cosas. Es ampliar la memoria a lo que haces cotidianamente. Te afianza tu fortaleza personal. Contemplas otros paisajes personalmente respirando y sintiendo lo que le rodea. Conoces otras costumbres probando sus comidas y bebidas. Descubres el colorido de sus trajes y cómo lo portan sus propietarios... No es lo mismo haberlos vistos, e incluso estudiados, que contemplarlos. Realizas algo que habías deseado con gran ilusión. He visto muchas veces la estatua de La libertad o la Quinta Avenida, pero no he sentido la brisa que aquella debe soportar ni me he comido un perrito caliente en ésta. Viajar te aporta algo nuevo en tu personalidad. Te hará descubrir y ampliar tu concepto de la sociedad mundial.
Me preguntan normalmente si viajo sólo. Y normalmente viajo sólo. Así he recorrido el mundo. Eso a veces me sitúa en situaciones difíciles, algunas de las cuales ya he narrado en estas crónicas. Y en determinados momentos me hago acompañar por amigos. Ahora tengo un hándicap. No hablo nada de inglés. Y como en otros viajes a países anglófonos, o países de lengua árabe, no he tenido grandes problemas.
Hay que también que echar mano tu templanza, paciencia, a valerte de todas las herramientas sociales y emocionales que has coleccionado en tu viva y aplicarlo. Incluso las malas experiencias que nos ocurren durante un viaje terminan siendo positivas. Recuerdo que viviendo en la casa de un amigo lo único que podía hacer al estar frente a su madre era sonreír igual que hizo ello. Hay un lenguaje universal que nos hace entender al otro sea quien sea.
He estado pensando sobre todo ello y la razón de mi tendencia a viajar. He partido de mi experiencia en ellos. Han contribuido a forjarme tal y como yo soy hoy.
Y concluyo:
* En todo viaje pueden existir imprevisto. Dejarse llevar y aceptar aquello que no es reversible de una manera razonable es lo más conveniente, pues de lo contrario puedes afectarte todo el viaje.
* Abrirte a los demás te ayudará a experimentar situaciones positivas. Mi compañero de asiento en el avión me proveyó, a pesar de una azafata que no hablaba ni español ni francés, de todo lo necesario al traducir al inglés todo lo que yo deseaba.
* Al viajar sólo puedes ser como tu eres. Nadie tiene referencia de ti. Esto de ayudará a afianzar el ser que tu quieres ser.
* También viajar solo puede hacer más flexible. Aunque hayas programado al máximo el viaje, puedes, perfectamente, cambiarlo si así lo decides.
* Siempre al viajar aumentas la confianza en ti mismo, pues las distintas decisiones que tomas van convenciéndote que puedes hacerlo.
* He escrito que lo hago ahora que puedo. Mañana no sé si podré. Pues eso, ¡Hay que vivir el presente! Y también sirve para el futuro, pues de cada viaje vuelvo con más vida, que en los momentos de rutina me harán sentir también más vivo.
¡Hasta la próxima, primero Dios!
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Fotos del viaje a Grecia. |