Esta mañana me impactó esta fotografía recibida por wasap. Es impresionante. Y, de algún modo, la esperaba cuando ayer leía y veía la playa formada en el litoral oeste de la isla de La Palma en Las Canarias (España). Tras ochenta y cuatro días activa la isla ha ganado cuarenta y dos hectáreas al mar arrasando todo lo que había a su paso, otras mil cuarenta hectáreas, produciendo más de novecientos millones de euros en daños. Estos datos pueden ser más o menos aproximados.
Pero volvamos a la foto. El tronco, y las hojas de se observan, parece ser de un pino canario de las que está lleno el Valle de Aridane unos de los municipio afectado por el volcán. Se observa a su alrededor tanto lava como cenizas. Podíamos decir que es un terreno yermo. Y sin embargo no es yermo. La tierra que lo destruyó le devuelve la vida. Los brotes verdes nos indica que ese tronco ha portado siempre la esperanza de florecer. Y esas hojas visualizan algo mas profundo que siempre ha estado ahí y que el volcán no ha podido con él y por lo que ellas renacen. Esto es algo muy curioso y muy propio para poder reflexionar sobre ello.
En esos momentos de desolación. Cuando todo parece que se deshace, que se hace negro, sin futuro, sin posibilidad de seguir, que ha terminado todo... ¿Hay que seguir teniendo esperanza? Quizás habrá que hacerlo de una manera serena. Hay que confiar en lo profundo, en las raíces, en lo que sostiene y da vida. Hay que saber que actitud mantener ante tantas dificultades a nuestro alrededor, de tanta lava y cenizas que nos atacan.
Han habido momento en este mes pasado que me han hecho mirar muy atrás. Me han hablado, recordado, de aquello que hace mucho tiempo ayudó a forjó al hombre que soy yo. Creo que era domingo, después de comer estaba sentado en la mesa camilla mirando una película. Y escucho a mi amigo Antonio, mi vecino, hablar en voz alta, como siempre, con alguien, diciendo: "Creo que está ahí porque el coche está ahí". Miro hacia la puerta y veo a un hombre de entre cuarenta a cincuenta años que está llamando a la misma. Viene acompañado de una mujer que intuyo es su mujer.
¿Qué supone esto para mi? No sólo la satisfacción del hecho de decirme que estaba muy contento y, por lo tanto, agradecido a mí después de treinta y cinco años; ni la alabanza por mi metodología de dar clases; ni lo que supone tener que buscarme en el pueblo, por otra parte muy fácil, lo que indica una intención clara de encontrarme. Es sencillamente darle mucho sentido a lo que he intentado hacer, de visualizar, en mi vida. De alguna manera significa parte de la verdad de mi vida. Ahora que tengo mucho tiempo para pensar y reflexionar sobre ella, con todas sus luces y lagunas, la visita de Rafael me lo confirma. ¡Gracias amigo! También habla mucho de ti, de una persona extraordinaria que tiene un corazón agradecido.
La vida sigue. Aquí, en lo que llamo mi retiro de San Nicolás del Puerto, recibí la visita de amigos del mismo pueblo de Rafael. A ellos los conocí también de niños y, ya en parejas y con hijos, venían a estar conmigo. Pasamos un día muy agradable.
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