Un mes de lo mismo. Todo febrero va a estar dominado por la misma situación. Subidas y bajadas del número de contagios por el virus Covid 19. Y volver a subir. Cerrar, abrir y volver a estar confinados perimetralmente en el término municipal. Llega a ser un poco pesado, pues basta que te impidan salir allí donde quieres ir, para que se te apetezca hacerlo.
Por primera vez ha habido un fallecido por este virus en San Nicolás. Alguien muy conocida, y cercana, mía. Aunque en el pueblo somos pocos y nos conocemos todos María participaba de la eucaristía dominical y era madre de amigos y vecinos míos. Ella me tenía mucho cariño y éste era recíproco. Mujer sencilla, trabajadora, cariñosa y muy buena repostera. Además se preocupaba de su formación y de mantener relaciones con las personas de su edad. También la veía caminando por la vía verde todas las tardes.
El título de esta crónica es la reflexión que he hecho con motivo de este fallecimiento. En este mundo globalizado, e instantáneo, lo que hubiera tardado años en llegar siglos atrás ha llegado a este pequeño pueblo situado en la Sierra Morena sevillana en menos de un año. Todo ello ha conmovido de una manera fuerte a todos los habitantes del pueblo.
Esta tercera ola, ha tocado fuerte. No habíamos tenidos contagiados en las otras dos. Ahora lo estamos sufriendo bien. Esperemos que se vaya paliando, mientras se van vacunando, poco a poco, a las personas más en riesgo.
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