jueves, 15 de noviembre de 2018

Valorar cualquier momento de la vida.


La cena de amigos de San Nicolás
Para mí, como creo que para la mayoría de las personas, la vida se centra en unos momentos que te impactan por ser muy especiales además de cómo vives la vida cotidiana que uno tenga. A veces creemos que ésta última, la vida cotidiana, no tiene una verdadero valor pues, al ser repetitiva, no despierta una interés especial. Se suele buscar lo extraordinario. Y por ello se espera, con más o menos ansiedad, algo que saque de esa rutina.
¡Amigos para siempre!
Mi experiencia, en esta tercera etapa, y creo que lo fue siempre, es que se debe vivir cada momento  como algo importante y que así se es feliz y se tiene una vida sana. 
El que espera ser feliz sólo en momentos concretos, perderá gran parte de su  vida y ella será anodina. Su felicidad será fugaz pues no puede impedir que lo  cotidiano llena su vida.

El tradicional encuentro en torno al 24 de octubre
Disfrutar haciendo lo que haces, estando donde estas, compartiendo tu vida con los demás o disfrutando de la soledad, es algo maravilloso.
Muchas cosas he compartidos con ellos.
¡Qué grande es la amistad!
¿Habrá algo tan inigualable que pasear tranquilamente por tu ciudad o por la orilla del mar o en plena naturaleza? ¿Se puede ser más feliz que cuando se lee un libro, se escucha música o  se ve una buena película? ¿Habrá mayor alegría que estar  con la familia o con los amigos? ¿Y realizando tu trabajo o tarea dando lo mejor de ti mismo?
Disfruto cuando en mi casa
se realizan encuentros fraternales.
Algo de eso 
estoy viviendo ahora en mi casa de San Nicolás.
Paso los días en ella. Duermo más que  cuando estaba en activo, leo, escucho música, me siento en la terraza contemplando la naturaleza, medito, preparo con verdadero placer la comida, arreglo la casa, hablo con los vecinos compartiendo con ellos los acontecimientos de la vida...
Y eso me hace muy feliz. Yo que no paraba ni un minuto en mi casa en la segunda etapa de mi vida.
Nos vimos varias veces este mes.
Quien no es feliz en el desarrollo de su vida diaria difícilmente será feliz en lo extraordinario. Y eso se descubre cuando se acaban las vacaciones, los encuentros y las ocasiones esperadas, cuando uno se levanta cada mañana o cuando se acaba el fin de semana. O sea cuando viene la "rutina".

También hay que salir a encontrarse con ellos.
Este mes de octubre que pasó tuve en casa varios encuentros con amigos que, por lo simple y sencillos que fueron, los viví como momentos únicos. Y ellos eran conscientes, y así me lo comentaron. ¡Qué bueno es no tener prisa para que se acabe lo que estamos viviendo para hacerlo plenamente y en ello ser feliz!

¡Hasta la próxima, primero Dios!


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