Las dos semanas que van del veinticuatro de diciembre al seis de enero, además de celebrar la Navidad, año nuevo y Reyes, y por eso, son semanas de encuentro y de mesa.
La Navidad es, en nuestra familia, la fiesta por excelencia. Nos encontramos normalmente el día veinticinco toda la familia. Este año, por las circunstancias, no ha podido ser esa totalidad. Aún así siempre es un momento especial. La comida es el lugar especial para desearnos feliz Navidad, un encuentro para celebrar el nacimiento de Jesús y un momento de celebrar juntos la vida.
El día anterior celebré la nochebuena con la familia de mi hermano Carlos. Es también un encuentro tradicional.
El día de nochevieja la celebré con amigos casi de la infancia. A Javi y a Maricarmen los conocí antes de mi mayoría de edad ya que eran vecinos del Cerro del Águila, limítrofe con mi barrio en Sevilla. También con una casa en San Nicolás, y con la presencia de Eulogio, cenamos juntos. Y los mismos, más otros amigos, almorzamos el día primero del año.
La víspera de Reyes fue un día intenso. Ya que almorcé con mis amigos, "mi familia", de Arahal. Este año con la alegría de tres bebes, hijos de tres sobrinos, nuevos componentes de la familia.
Y por la tarde vi pasar la cabalgata de los Reyes Magos por la calle Pages del Corro de Triana. además de ser una preciosidad todas y cada de las carrozas, tenía la ilusión de ver a Olivia, hija de mi sobrina Lorena, que iba en la de Cenicienta.
Después nos fuimos todos a casa de Paco y Silve a cenar. Junto con Manolo, Fátima y Mercedes pasamos una noche simpatiquísima.
Así se pasaron estos días en los que hubo otros encuentros y visitas a amigos, aunque no pude estar con todos.
A estos seguirán momentos de tranquilidad y serenidad, soportando el frío propio de la época y de la localidad donde vivo.
¡Hasta la próxima, primero Dios!
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