Escribo esto cuando estoy celebrado los sesenta y ocho años de vida. Y lo he celebrado, en mi casa de San Nicolás, con una buena parte de mis mejores amigos. Celebración que ya va siendo habitual. Es verdad que algunos no pudieron estar presente, otros no lo sabían, con otros ya tengo otras celebraciones y encuentros. Con la familia celebro mi santo aunque nos encontramos unos días antes, en el día de Navidad, y otras muchas veces a lo largo del año.
Y después están los amigos, que viven fuera de Sevilla o que nos vemos en otras ocasiones, que nunca se olvidan de este día; bueno, de estos dos días. Alguno esperan el paso del 24 al 25 para hacerlo como mi querido amigo y exalumno Fran. Ismael, Salvador, Fernando, Miguel Ángel, Dolores, Alonso, Juan, Nacho de Palencia y Carlos, Edelio y Jonathan de Madrid, gracias por vuestra fidelidad y cariño. Y eso que mi cumpleaños no aparece en Facebook. También los amigos de Mazagón o los "Chavales" de la Élite Pútria. Para mí es un orgullo que se acuerden de uno.
Fuimos 29 amigos de diferentes sitios los que participamos en un encuentro muy agradable. Una fiesta en la que todos participaron con sus presentes, en la realización de tareas, en la comida y, lo que es más importante, en contarnos cómo estábamos, qué había sucedido en estos dos años que no nos veíamos por culpa de la pandemia.
La casa para eso es un sitio especial: Las terrazas son ideales para ello. La azotea improvisado campo de futbol para los niños. La biblioteca para esa Elena que tenía que terminar de estudiar. El Yacusi para los más atrevidos.
El encuentro es para mí algo necesario. Y si en este participan personas a los que conozco y necesito estar con ellos; pues la cercanía, el verlos y tocarlos, hace visible el cariño que nos tenemos.
"La amistad no es un tributo, sino honor y dicha grande. Es una virtud, no un lucro; no nace del dinero, sino de la gratuidad; no de una puja de precios, sino de una competición de benevolencia" dice San Ambrosio. Gracias a todos.
¡Hasta la próxima, primero Dios!