En mi primer lugar tuve que esperar a que me dejaran salir de mi pueblo para llevarlo a arreglar a mi técnico habitual en Sevilla. Casi de inmediato éste tuvo que cerrar el taller porque estaba en cuarentena ya que había estado en contacto con un contagiado, por lo que tuve que esperar a que abriera para ponerme en contacto con él. Después tuvo problemas con la entrega del material que necesitaba y no llegaba. Lo habían devuelto al ver cerrada la tienda. Tuve que esperar a que lo volvieran a enviar y que él tuviera tiempo de arreglarlo. Total más de un mes sin ordenador. Parece mentira descubrir lo atado que estamos al mismo. Es ya imprescindible, o casi. Se puede vivir sin él, está claro. Aunque...
Estamos a punto de celebrar la Navidad. La Navidad, el acontecimiento que celebramos, siempre es el mismo. Momento clave para los creyentes en Jesús. Éste va acompañado por los días más mágicos de todo el año que van acompañados por celebraciones familiares, entre amigos, compañeros...
Estas sí que este año van a ser distintas. Estamos todos invitados a ser prudentes en nuestros encuentros sin poner en riesgos a los demás y a nosotros mismo de un posible contagio del virus, y no provocar la temida tercera ola. Los contagios siguen así como los fallecimientos. No es cuestión de aumentar esta situación.
El caso personal mío es una muestra de lo que va a suceder generalmente. Acostumbrados a celebrarlo juntos toda las familia, esta vez hay que limitar el número de personas que pueden estar juntos. Así los hermanos tendrán que celebrarlo con su familia respectivas y yo rotaré por la casas de ellos. Ha sido muy de agradecer que en el día de hoy dos amigos del pueblo se interesaran, para invitarme, sobre dónde iba a pasar la nochebuena y el día de Navidad.
A todos los que leen estas crónicas les deseo Feliz Navidad.
Y en estos días subiré más crónicas de todo lo vivido en el último mes.
¡Hasta la próxima, primero Dios!
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