lunes, 28 de octubre de 2024

Precioso, maravilloso, genial.

Soy un fan de los encuentros con amigos. A lo largo del curso tengo ya establecidos unos periódicos al año. Otros tienen una periodicidad menos larga. Pero siempre es para mí una oportunidad de disfrutar de la amistad. Este sábado pasado fue el que tengo más numeroso. De forma que he pensado que con determinados amigos lo vamos a hacer en otras fecha. La casa se me queda pequeña. 

Comenzamos el encuentro con una vista a las "calizas" del Cerro del Hierro. El tiempo, y el cerramiento de partes donde se podían pasar para visitarla, hizo que la visita no cumpliera las expectativas que teníamos.
En esta oportunidad, al estar lloviendo, la hice en la parte alta de mi casa y no en las terrazas. Y ya comprobé que  se completaba el espacio. 

Al acabar el día les puse a todos que me sentía muy agradecido por su presencia. Y esto son algunos de los mensajes que recibí. 

"Gracias a ti, como siempre, por tu hospitalidad y por compartir tus amigos y hacernos partícipes de estos momentos tan bonitos y esperado a los largo del año." Javi. 

"Para nosotros ha sido un día precioso. Gracias por compartir amigos tan estupendos. El agradecimiento es mutuo" Eugenio.

"Gracias a ti por este maravilloso día. Nos vemos prontito. Ya mucha gente es mi gente" José M.

¨Gracias por compartir tu casa con nosotros. Un día genial" Inma

"Gracias a ti por la magnífica velada" Darío.

"Gracias a ti. Hemos pasado un día estupendo. Ya viniendo de vuelta hemos hablado de barbacoa en el campo de Beatriz. Así que nos volvemos a ver. Nosotros también te queremos". Mercedes

"Muchas gracias por la acogida y el buen rato entre buena gente". Paco

"Gracias a ti por abrirnos las puertas de tu casa". Barrera

"Gracias que te tenemos a ti" Álvaro

"Gracias hermano. Lamentamos la premura de nuestra visita. Pero tú lo merecías. Gracias por todo lo que nos has preparado que estaba buenísimo. Y qué buena gente a tu alrededor. Abrazos". Salvador.

Ello me indica que, a pesar que provienen de lugares distintos, de momentos de mi vida diferentes, se alegran de vivir este momento. Seguro que elegimos amigos que tengan nuestros mismos valores, con una actitud ante la vida positiva y con ganas de establecer unas relaciones de confianza que nos aporten aspectos que merezcan la pena vivir con ellos, ayudándonos mutuamente en nuestras vidas diarias. Por eso los amigos de uno hacen unas buenas migas unos con otros sin tener que conocerse previamente. ¡Los amigos son los hermanos que la persona elige!


¡Hasta la próxima, primero Dios!





















domingo, 20 de octubre de 2024

Usurpadores de la palabra


En el día de hoy he tenido, por dos veces, la ocasión de contemplar cómo las personas con las que estaba, hablaban y hablaban sin parar. Uno de ellos no dejaba de dar su extensa opinión sobre cualquier asunto, y unía temas que se le venía a la mente y no paraba de hablar. En otra ocasión otra persona hablaba sobre sus convicciones en determinados temas en las que además de hablar sin dejar de dar puntada a los otros, encima alzaba la voz y sus gestos indicaban que se encrestaba hasta tal punto de le tuve que decir que se serenara, sobre todo porque yo no había dado mi opinión sobre el tema. En los dos casos mi actitud fue paciente hasta que en el segundo caso, después de un buen tiempo, le dije que parecía que me estaba dando una clase sin yo pedírselo. Como el día ha sido un poco espeso en este sentido, y la paciencia requería un descanso, el segundo se llevó esta respuesta un tanto seca. Pensar sobre sobre todo esto me ha llevado a escribir sobre el saber escuchar y dejar hablar al otro. 

Soy una persona que me considero que puedo manifestar mi opinión sobre determinados temas y hacerlo con convencimiento. Y que también he podido caer en lo que hoy juzgo. Sirva esta crónica para mejorar en este aspecto. No me gusta ir paseando o estar comiendo con alguien que mantiene un monólogo. 

Soy consciente que escuchar promueve la resolución de conflictos y permite desarrollar otras habilidades que se vinculan con nuestra inteligencia emocional como la empatía, lo que lleva a un mejor entendimiento y colaboración entre pares. Además, demuestra respeto, interés y confianza hacia el otro. También soy consciente que el que habla deber ser respetuoso con el que escucha y, en una conversación, el otro tiene algo que decir. Y que estar con otros no significa tener que estar hablando sin parar. El silencio no es malo.

Resulta incómodo intentar mantener una conversación con alguien que no te deja hablar; no te permite meter baza y, si lo haces, te interrumpe de inmediato. Hay personas que hacen esto, pero no con la intención de molestar, simplemente son malos conversadores y sobre todo, malos para escuchar a los demás. Se centran únicamente en lo que ellos quieren decir, y no solo no les interesa lo que puedan decir los demás, sino que ignoran totalmente los intentos de su interlocutor por tomar la palabra. En otros momentos al decir una opinión personal el otro interrumpe diciendo que el más y peor, o mejor. El tono con el que habla transmite autoridad y confianza para evitar que la gente le interrumpa. 

Otras personas en cambio, no te dejan hablar o te interrumpen, porque consideran que lo que ellos van a decir es más importante o interesante que lo que puedas decir tú en un intento de obtener el control de la conversación y afirmar que sus opiniones y conocimientos son más importantes que lo que dice el otro. Por lo tanto, te obligan a escucharles: no dejándote hablar a ti, e imponiendo su opinión qué es “la buena”. Me decía hoy uno de ellos que su opinión, sobre un hecho histórico, era la acertada y que otras respuestas era "ideológicas" y, por supuesto, incorrectas. En general, estas personas se consideran mejores que los demás; o por lo menos más listos. Todos ellos tienen algunas características comunes a la hora de interactuar con los demás.
Los usurpadores de la palabra suelen ser los que empiezan la conversación; aunque esto tampoco importa mucho, si la empiezas tú, te quitarán la palabra de inmediato. Y lo harán, para aportar alguna idea sobre ellos mismos, su experiencia, sus conocimientos, o su propia opinión, que siempre será la mejor. La conversación tuya no les interesa en absoluto.
Si haces el intento de hablar tu, levantarán la voz, sin perder el hilo de lo que están diciendo, para impedírtelo. Y por supuesto, seguirá hablando; así que mejor te callas porque no te escuchará. En el caso de que llegara a escuchar algo de lo que tú le has contado, te dará la solución y el consejo perfecto; aún sin que se lo hayas pedido.
Intentar saber escuchar al otro, analizarse el tanto por ciento que en determinada conversación has sido tú el que más ha hablado, creer que el otro tiene una voz y puede tener razón en lo que dice, callarse y preguntarle al otro: "¿Y tú que piensas?", y dejarle expresarse, es un buen ejercicio. 
Quizás la solución ante tales personas es llenarse de paciencia, mantener respeto a lo que habla, hacer una escucha activa incluyendo breves palabras para que sea consciente que hay otra persona en esa conversación, llamar la atención sobre algo que pasa o que está en el ambiente o la naturaleza... o simplemente mostrar tu aburrimiento. 

¡Hasta la próxima, primero Dios!