Hace unos días un amigo reenvió una frase a través de Facebook que me impactó. La frase de dicho mensaje me dejó pensando. Creo que es en sí mismo contradictoria o, por lo menos, no muy real. Ello ha dado pie a esta reflexión que me ha llevado varios días documentarme y poner por escrito. He aquí la frase.
Oponer Conciencia a Religión es incoherente. Toda religión lleva consigo crear, mantener y ayudar a tener conciencia a sus componentes y por otra parte por supuesto que la conciencia puede tenerse sin seguir ninguna religión. La religión en general, y el cristianismo en particular, ayuda a formar una conciencia en el que el amor, en todas sus formas y situaciones, sea el núcleo de la misma. Según ello se logra a diferenciar lo que es bueno o es malo. La religión ayuda a tenerlo.
Está claro que un terrorista, un asesino, un estafador, un corrupto, un feminicida... tiene conciencia. Pero él se ha creado, o le han creado, una conciencia que aprueba sus actos.
Esto es lo que quiero desarrollar ahora.
La moral laica o moral secular es la filosofía que trata de moralidad de forma independiente de las tradiciones religiosas. Ella, como vemos en la frase que analizamos, se contrapone a la moral religiosa y a la identificación de la religión como fuente de moralidad y es el fundamento moral de librepensadores y humanistas, entre otros.
Jesús Martínez Velasco, de la Universidad de Valladolid, dice que imposible ofrecer una definición precisa de conciencia, que agote las condiciones necesarias y suficientes de la misma. Pero si resulta muy difícil o imposible dar una definición precisa de conciencia, lo que sí podemos hacer es especificar algunas de sus manifestaciones.
Para empezar la definición de la RAE, que se arriesga a hacerlo, es que la conciencia es el conocimiento del bien y del mal que permite a la persona enjuiciar moralmente la realidad y los actos, especialmente, propios.
Se entiende por conciencia al estado en el que la persona se conoce a sí mismo y a su entrono y tiene la capacidad de responder de manera adecuada a los estímulos ambientales. Pero, ¿Cómo adquiere la persona la capacidad de responder de una manera adecuada? ¿Dónde adquiere esa capacidad?
Haremos ahora una breve aproximación a este concepto a través de la historia:
- Platón, en el siglo IV a. de C. definió la conciencia como la relación del alma con ella misma. Diálogo que se genera con un lenguaje capaz de preguntar y responder al mismo tiempo.
- Para Aristóteles en primera instancia es aquello que subyace a los cambios y es soporte de propiedades. En segunda instancia es el sentido de aquella entidad capaz de existir por sí misma, esto es, con independencia de cualquier cosa. La conciencia aprueba o reprende. El juicio de conciencia es principalmente anterior a la acción, para obrar o no. Pero una persona continúa reflexionando después de actuar, con un dictamen de aprobación y paz si se obró bien, o de inquieto rechazo si obró mal.
- Santo Tomás de Aquino, siglo XIII, introduce el término conciencia moral como la norma subjetiva de la moralidad de los actos. Es el juicio de la razón por el que la persona reconoce la cualidad moral de un acto concreto que piensa hacer, está haciendo o ha hecho. La conciencia moral la concibe como un acto de la razón que juzga la moralidad de las acciones particulares de la conducta humana, el cual puede ser perfeccionado de modo natural y sobrenatural. Una conciencia es recta o está en la verdad cuando lo que su razón le dice esta en consonancia con la ley objetiva dictada por Dios. Una conciencia es recta o verdadera cuando lo que ella considera como bueno o como malo, esh considerado como tal por la Ley de Dios.
- Dando un gran salto en la historia Fred Dretske, filósofo estadounidense, fallecido hace una decena de años, afirmaba que la conciencia perceptual de los hechos, es un estado o actitud mental que implica la posesión y uso de conceptos, el tipo de capacidad intelectual o cognitiva implicada en el pensamiento y la creencia.
Resumiendo aunque habría muchas más cosas que tener en cuenta. Por ejemplo hablar de subjetividad y objetividad, conceptos que influyen en nuestra toma de decisiones, percepción del mundo y comprensión de la realidad, cuando en realidad son dos cara de la misma moneda. Lo más esencial de todo creo que la conciencia, para ser norma válida del actuar humano, tiene que ser recta y cierta, y no dudosa ni culpablemente errónea. Una persona que actúa contra su conciencia, actúa mal; en cristiano, peca.
No se puede apelar a la conciencia para eludir la norma, que quizás por falta de formación o incluso por mala fe, se desconoce. Una norma que generalmente sea aceptada con un gran consenso social sea religiosa o civil. Esto es fundamental para poder decidir en Conciencia. Es cierto que tenemos el grave deber de que los dictados de esa conciencia se ajusten a lo que los principios de la religión establezcan o lo establecido por leyes y derechos humanos, que es tanto como decir que esté bien formada. Y esto es básico.
¡Hasta la próxima, primero Dios!