lunes, 6 de septiembre de 2021

Cuando se sorprenden de la generosidad

Sábado cuatro de septiembre sobre las siete de la tarde. Buscando una camisa en el armario de mi habitación, escucho a alguien que, en la calle, dice por el teléfono; "Sí. Se han quedado las llaves en el interior del coche. Están en la mochila y el coche se ha cerrado con ellas dentro. No sé lo que voy a hacer..." Y seguía explicando lo sucedido.

Lo pensé durante unos segundos. Si salía a la puerta era para intentar darles una solución. Tras pensarlo unos segundo, decidí salir. 

Salgo y veo a cuatro personas, de alrededor de los  treinta años, junto a un coche de última gama. No miré la marca, pero se veía muy bueno. El que parecía el dueño seguía hablando por el móvil. Me acerqué y le pregunté de dónde eran. Que había escuchado la conversación y quería prestarle ayuda. Éste cortó la conversación. 

Me dijeron que eran de Écija. Y que pensaban romper el cristal para recuperar las llaves, aunque no estaban muy convencidos. Yo le dije que mejor se llevaran mi coche, que fueran por las llaves de repuesto, y que volvieran después o el día siguiente.

La cara de sorpresa de los cuatro fue de película. Sin conocerte alguien te ofrece su coche para que vaya a por la otra llave. ¿Es cierto? El otro varón que formaba el grupo dijo rápidamente que no. ¿Qué por qué hacía eso? ¡Que no era normal!

Yo le dijo que por qué no era normal. Así deberíamos actuar todos. Que no había ningún problema. Y que me parecía un coche muy bueno para romperlo. Y que sólo serían unas horas. 

Así estábamos entre sí y no. En principio parecían que iban a aceptar. Cuando fui por las llaves de mi coche, el dueño estaba hablando con su padre. Éste le dijo que rompiera el cristal, que lo pagaría el seguro. Esto convenció al dueño, pues esperaba esa postura de su padre.

Y aunque siguieron unos minutos dudando. Agarró una piedra y le pega al cristal que habían elegido. Y éste ni se inmuta. Otros momentos de dudas. Vuelve a pegarle más fuerte y... está vez sí. Éste se rompe y permite agarrar la mochila y sacar las llaves.

Al irse me dan las gracias todos. Quedamos en vernos si vuelven a San Nicolás. Y los veo marchar.

Después pensé mucho en ello. Para mí fue algo normal. Recuerdo que a los pocos meses de estar en Arahal le deje mi coche 127, nuevo, al hijo de una señora que se la llevaban al Hospital de Valme y no tenía medio para seguir la ambulancia. Eran unos vecinos y no los conocía de nada. Quizás fue una promesa al comprarme el primer coche: que no fuera egoísta en su uso.

Pero también pensé que no se acepta que haya gente que sean "buenos", yo diría normales, sin pedir nada a cambio. Le pregunté al que no era el conductor: "¿Tú no harías lo mismo? Somos más las gentes "buenas" que los otros". Éste era el que menos quería aceptar mi propuesta.

De todas maneras creo que ellos también pensarían y comentarían entre ellos y con otros lo que le había sucedido en éste pueblo. Puede haber sido un medio para cuestionarse muchas actitudes. 

¡Hasta la próxima, primero Dios!


domingo, 5 de septiembre de 2021

Pensión Las Petunias


El mes de agosto ha sido un mes precioso. Los amigos me preguntaban dónde iba a veranear. Y yo les decía iba a quedarme en San Nicolás. ¿Dónde mejor en estos meses de verano? 

Con un tiempo extraordinario, calor relativo durante el día y más fresco en la noche; con más ambiente en el pueblo debido a los forasteros que o bien vienen a sus casas cerradas durante todo el año, más de la mitad de ellas, o personas que vienen a pasar el verano o parte de él, a las casas que se alquilan; con el reclamo turístico de la playa fluvial, única en la provincia de Sevilla, en plena ebullición después de que cerrara el año pasado;  y sobre todo los amigos y familiares que vienen a la mía en este tiempo.

Ha sido un gran momento, como lo fue también en julio. Compartir con todos ellos me hace feliz. Lo mismo disfruto en la soledad, como en compañía. Las charlas durante las veladas inacabadas de cada noche o el paseo por lo alrededores o el compartir unas cervezas en el chiringuito son únicas sea quien sea aquel con el comparta unos días en mi casa.

Vino, entre otros mi amigo Antonio Citro de Bisceglie en la Puglia. Intenté hacer con él lo mismo que él hace cuando voy a visitarle. Enseñarle los alrededores ahora que tengo todo el tiempo del mundo. 
La anterior visita que hizo con su esposa y sus suegros trabajaba y no puede llevarlo más que a Córdoba y  mostrarle  Sevilla. Esta vez le llevé a Granada y a Faro. Me encanto poderlo hacer.

Amigos de Paradas, de La Campana, de Alcolea del Río, de Sevilla, de Córdoba y familiares completaron éste mes fabuloso. Y además otros que vinieron a pasar el día o a cenar vecinos de San Nicolás. 

Ha habido de todo. Un amigo hizo con nosotros unas pruebas de luz preciosas.

 

Y en esta primera semana de septiembre hemos podido por fin el encuentro de familia, con la esperada ausencia de la familia Torres González. Estábamos todos con el deseo de mejora de la hermana, para que podamos estar todos juntos. 
Ya en septiembre sí que voy a salir. Se presenta un mes precioso. 

¡Hasta la próxima, primero Dios!