Estar con el agua hasta el cuellos suele decirse para describir situaciones comprometidas, cuando nos encontramos en apuros o estamos presionados por gran cantidad de problemas. Esta tarde, estando en el agua, me descubrí con el agua hasta el cuello, pero no significaba nada de lo anterior.
Desde mi posición, sentado en el yacusi, veía los álamos del bosque de galería del río Galindón por encima de mi tejado. Se movían sus ramas superiores movidos por la suave brisa con la que nos ha regalado el día de hoy. El agua estaba tranquila saliendo por el rebosadero del mismo. Se respiraba una paz increíble. Ese tiempo en el que me mantengo quieto dentro del agua se alarga hasta que dejo de oír el lejano sonido del motor que hace pasar el agua por el calentador en un circuito cerrado. ¡Había pasado una hora!

La felicidad es disfrutar de todos los momentos diarios que nos regala el Dios de la vida y vivirlo como si fueran super extraordinarios.
¡Hasta la próxima, primero Dios!
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