Decidle adiós a un año sin mucho ánimo suele ser una costumbre ya clásica lo mismo que desear que el año próximo sea mejor. Eso es lo que se hace normalmente en una rutina en la que colaboramos todos.
Este fin de año será lo mismo, pero creo que todos haremos una evaluación más profunda de lo que ha significado este año que se acaba. El 2020, año bisiesto, se quedará en nuestra historia personal, pero me temo que quedará también en los anales de la historia como uno de los años más significativos de ella. No se olvidará y servirá para que haya un antes y un después del mismo. ¡Año aciago!
Pero lo malo ha traído cosas buenas
Significará mucho para muchas gente. En especial para los familiares de los 1.800.000 de muertos que ha habido en el mundo, y 50.689 ocialmente fallecidos en España oficialmente, aunque el INE ofrece números por encima de los 70.000; también para aquellos que han quedado "tocados" después de haber sufrido la enfermedad; para los que han perdido sus empleos tras la gran crisis económica que se está padeciendo; para los niños que, aunque no han sufrido tanto la enfermedad, han tenido que acostumbrarse a unas normas sanitarias que lo han hecho de una manera excepcional...
Hemos asistido en este año de la capacidad de la ciencia para descubrir y poner para su utilización de la vacuna contra él, la, COVID19. ¡Y a admirarnos de ello!
El 2020 nos dio esperanzas porque nos ha obligado a prestar atención a algunos de los aspectos más oscuros de nuestra sociedad.
La responsabilidad que generalmente las personas han asumido entre sí durante la pandemia, tratando de mantenerse a salvo, observando las pautas médicas de usar mascarillas y mantener la distancia física o informando de inmediato a todos sus contactos tan pronto como se enteren de que han estado expuestos al coronavirus. ¡Esto ha sido ejemplar, mucho más de lo esperado!
Más allá de la responsabilidad básica hacia los demás, todos hemos sido testigos del coraje de innumerables trabajadores, algunos de los cuales vemos en nuestros hospitales y clínicas, nuestras oficinas de correos, escuelas y tiendas de comestibles, y muchos de los cuales nunca vemos, pero que continúan arriesgándose a contraer una enfermedad mortal para que todo siga funcionando para el resto. ¡Agradecidos a ellos!
Es natural dar por sentadas las cosas buenas de nuestra vida. Después de todo, son las cosas que necesitan cambiar las que requieren nuestra atención. Sin embargo, un año como este nos ha enseñado lo importantes que son muchas de las cosas que tendemos a pasar por alto. En lo más alto de la lista para la mayoría de nosotros están nuestras interacciones sociales. Vivimos en una sociedad competitiva que a veces puede camuflar cuánto nos necesitamos y amamos los unos a los otros. ¡Y cómo nos las hemos ideados para mantenerlas!
Este año año no ha podido ser
Y pasó la Navidad más extraña de las que hemos vivido en estas últimas décadas. Nos han podido encontrarse toda la familia juntas. Muchos la han tenido que celebrarla solos, o con parte de la familia, con lo que esto significa en una fecha tan importante. Y lo mismo ha pasado con las reuniones de amigos y compañeros.
Mi amigo Freddy desde Quito
Le escribo a Freddy que era Ministro de Educación durante mi estancia en Ecuador: "Hace ya unos años recibí una llamada de teléfono para invitarme a pasar la noche vieja con su familia. Cada nochevieja me acuerdo de esa invitación que me salvaba de pasar sólo en la habitación del hotel el paso de un año al otro.
¡Querido Freddy siempre a su servicio! Recuerdo a su familia, que hice mía esa noche.
Desde Sevilla, donde tienes tu casa, un fuerte abrazo. Feliz año 2021."
Y me responde al instante:
"Hola Alfredo muchas gracias tus palabras. Fue un gusto compartir un plato de comida con el cariño de todos. Un fuerte abrazo."
Y me manda la foto esa noche. Muchas gracias Freddy.
¡Hasta la próxima, primero Dios!