Poder pasear por los alrededores del pueblo es una de las tareas que ocupa mis días en esta etapa de mi vida. No es que lo hagan con asiduidad, al contrario lo hago menos de lo que debería. Depende cómo me sienta en cada momento, en concreto como me levante de descansado pues, aunque duermo muchas horas, algunos días me levanto sin muchas ganas de hacer nada.
Pero procuro que no pase la semana sin hacer algún paseo. Que viva en pleno Parque Natural de la Sierra Norte es algo que añade una buena dosis de elementos únicos para disfrutarlos. Y según me encuentro hago paseos mas cortos o más largos. Pero siempre paseando, a mi ritmo. Además siempre que vienen amigos les invito a hacer algunos de los senderos que hago.
Pasear es estar en constante estado de contemplación de la naturaleza, es pensar en todo lo que te rodea, es maravillarte de lo que ves, es estar dándole vuelta a lo que vives, al por qué de las cosas, a tu vida, a lo que tienes que hacer... siempre desde una relación directa con tu manera de sentir y de creer. Es un momento claro de darle gracias al Creador.
Estando en contacto con el medio ambiente notamos una gran calma interior, se relaja nuestra respiración, aminora nuestro pulso, baja la presión arterial, somos más propensos a la meditación.
Tengo la suerte de que tanto por delante como por detrás, mi casa esta rodeada de naturaleza.
El paseo que me es más cómodo es ir y volver a El Martinete por la carrera y volver por la vía verde. Ir paralelo al río es muy gratificante pues es el ruido del agua, y el correr de ésta, me hace sentir bien. Bueno, creo que a todo el mundo. El bosque de galería me acoge con todo el agradecimiento por mi parte. Este paseo, a mi paso, dura una hora y cuarto.
Pasear es estar en constante estado de contemplación de la naturaleza, es pensar en todo lo que te rodea, es maravillarte de lo que ves, es estar dándole vuelta a lo que vives, al por qué de las cosas, a tu vida, a lo que tienes que hacer... siempre desde una relación directa con tu manera de sentir y de creer. Es un momento claro de darle gracias al Creador.
Estando en contacto con el medio ambiente notamos una gran calma interior, se relaja nuestra respiración, aminora nuestro pulso, baja la presión arterial, somos más propensos a la meditación.
Tengo la suerte de que tanto por delante como por detrás, mi casa esta rodeada de naturaleza.
El paseo que me es más cómodo es ir y volver a El Martinete por la carrera y volver por la vía verde. Ir paralelo al río es muy gratificante pues es el ruido del agua, y el correr de ésta, me hace sentir bien. Bueno, creo que a todo el mundo. El bosque de galería me acoge con todo el agradecimiento por mi parte. Este paseo, a mi paso, dura una hora y cuarto.
Si me encuentro con ganas de andar, entonces tomo hacia la vía verde y la tomo bien hacia el Cerro del Hierro o hacia el Batán de las Monjas.
En el recorrido te encuentras a algunos vecinos de San Nicolás por ella, bien sea a pie o a bicicleta. Esto pasa solo en los días entre semana y fuera de periodos vacaciones porque de lo contrario hay más gente, mucho de ellos foráneos.
Como en cualquiera de las rutas, en ésta te encuentras dentro de lo que es la dehesa con fincas que se dedican a la ganadería porcina o bobina.
El valido de las ovejas madres y el de sus corderos te acompaña por el camino. También en este tiempo de comienzo de la primavera es agradable ver la cantidad de florecillas al borde del camino.
Por último, y este es más raro que lo haga, tomo el camino de la dehesa. Desde mi casa, siguiendo mi calle, a unos quinientos metros ya me encuentro en medio de ella. Es el camino que lleva a Alanís desde San Nicolás a través del campo. Más tarde tomo a la derecha, por la vereda de Las Navas, y al cabo de un trecho vuelvo a tomar a la derecha hacia San Nicolás. A mi ritmo tardo casi tres horas el hacerla.
Es el camino más natural, más solitario, metido entre muchas explotaciones agrícolas dedicadas a la ganadería: vacas, caballos, cerdos y ovejas son los que se pueden observar en este trayecto.
Ver a la orilla del camino, tras las alambradas, a inmensos cerdos que están tumbados o comiendo o mirándote, casi mimetizados con la tierra, es algo asombroso.
Soy consciente de que tengo la suerte que vivo prácticamente en un espacio verde, rodeado de una vegetación que permite, o aumenta, la relajación de la mente, y que me ayuda a mantener una sensación de bienestar personal. El contacto con la naturaleza, mirar los árboles, contemplar un paisaje montañoso, sentir el viento o escuchar cómo suena el agua, me permite aumentar la armonía, mejorar el estado anímico, y agudizar la concentración y la memoria.
Me gusta caminar en medio de la naturaleza porque las mejores partes de la misma sólo se puede experimentar a pie. Lo mejor para aproximarse a ella y sumergirme en su paz y belleza es caminar , pasear.
Una caminata, además del beneficio físico y de quemar calorías, me aporta una buena dosis de vitalidad y energía.
Y estos senderos se complementan con otro gran paseo que se puede hacer en San Nicolás como es la visita al Cerro del Hierro. Esto es otro recorrido especial.
El valido de las ovejas madres y el de sus corderos te acompaña por el camino. También en este tiempo de comienzo de la primavera es agradable ver la cantidad de florecillas al borde del camino.
Por último, y este es más raro que lo haga, tomo el camino de la dehesa. Desde mi casa, siguiendo mi calle, a unos quinientos metros ya me encuentro en medio de ella. Es el camino que lleva a Alanís desde San Nicolás a través del campo. Más tarde tomo a la derecha, por la vereda de Las Navas, y al cabo de un trecho vuelvo a tomar a la derecha hacia San Nicolás. A mi ritmo tardo casi tres horas el hacerla.
Es el camino más natural, más solitario, metido entre muchas explotaciones agrícolas dedicadas a la ganadería: vacas, caballos, cerdos y ovejas son los que se pueden observar en este trayecto.
Ver a la orilla del camino, tras las alambradas, a inmensos cerdos que están tumbados o comiendo o mirándote, casi mimetizados con la tierra, es algo asombroso.
Soy consciente de que tengo la suerte que vivo prácticamente en un espacio verde, rodeado de una vegetación que permite, o aumenta, la relajación de la mente, y que me ayuda a mantener una sensación de bienestar personal. El contacto con la naturaleza, mirar los árboles, contemplar un paisaje montañoso, sentir el viento o escuchar cómo suena el agua, me permite aumentar la armonía, mejorar el estado anímico, y agudizar la concentración y la memoria.
Me gusta caminar en medio de la naturaleza porque las mejores partes de la misma sólo se puede experimentar a pie. Lo mejor para aproximarse a ella y sumergirme en su paz y belleza es caminar , pasear.
Una caminata, además del beneficio físico y de quemar calorías, me aporta una buena dosis de vitalidad y energía.
Y estos senderos se complementan con otro gran paseo que se puede hacer en San Nicolás como es la visita al Cerro del Hierro. Esto es otro recorrido especial.
¡Hasta la próxima, primero Dios!