lunes, 27 de octubre de 2025

Y llegó

 El día 25 llegó. Y fue un día intenso, festivo, agradable y, en algunos, momentos, sorprendente. La boda fue por el rito evangélico, exactamente, pentecostal, que es la iglesia en la que ellos participan. El haber estado el día anterior preparando el lugar del convite me posibilitó el conocer algunas personas más. Ese día terminé yendo a la peluquería con el novio.

Temprano fui con Alex y Marvin a casa de la novia para vestirse. Ella como es normal estaba en manos de la peluquera. O sea, todo como es normal.
La comunidad era hispana y, sobre todo, guatemalteca. Los evangelistas han desplazado en número a los católico en el país. Y por lo tanto los que vienen a EEUU, se asientan cerca de amigos y son acogidos en sus comunidades. No es raro en Canton ver la bandera guatemalteca junto a los de los EEUU.

Las mujeres asistentes a la celebración portaban el traje típico de sus respectivos municipios de origen.
La ceremonia con los contrayentes mirando a la asamblea a su mismo nivel. Hay una orquesta en lo que sería el presbiterio y el pastor delante de los novios.

Hay símbolos propios: el cordel qué une a los novios toda la ceremonia, la entrega de la Biblia para que la lectura diaria sea normal en su hogar, los cojines para recordarles que tienen que arrodillarse ante el Señor, la bendición de personas mientras le impone las manos.

 Al final de la ceremonia el abrazo de los asistentes en el momento en la que ofrecen la dádiva a los novios.


Por 

supuesto hay momentos para las canciones, muchas y fuerte, y para el sermón tanto del que presidía la ceremonia, que pertenecia a una comunidad cercana, un tocayo mío y el de la propia comuniad: Israel. Estuve hablando bastante con ellos pues me sentaron a mi lado en el banquete. 

Tras la ceremonia pasamos en un salón adyacente, separado por una cortina de la iglesia, para tener el convite. El plato, pipían, típico de la cocina guatemalteca, y la tarta. Por supuesto la bebida a base de refrescos. Un momento especial es el de partir el pastel. Los novios se sientan en un sitio especial en ese momento y se reparte el pastel entre los invitados. Nada de alcohol. Ni tampoco baile.

Después, en una inmensa limusina, donde cabíamos unas quince personas, fuimos al centro del municipio a hacernos las fotos. Otra novedad para mi.
El centro es donde se encuentran los edificos administrativos y judiciales del mismo. 
Por cierto me encontré en el parque central una estatua de un indio. Por estas tierras habitó, y nunca mejor dicho, la Nación Cherokee. Su centro estaba en Calhoun, muy cerca de Canton.

Y tras todo esto volvimos a casa. La boda estuvo muy animada. Me lo pasé en grande disfrutando de la alegría de los contrayentes y del cariño de la gente que me trataban con mucha deferencia.
A las seis de la tarde otra vez a la iglesia para asistir al culto del sábado. Pero eso se merece otra crónica.

¡Hasta la próxima, primero Dios!

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