lunes, 20 de octubre de 2025

Y dando tres pasos echó a andar.

Sigo ahogado al escribir esto. ¡Y sudando! Hace cinco minutos salía el AVE. Di tres paso por el pasillo y echó a andar. Hice la cola para entrar al andén en la estación de Sevilla. Pasé el control y llego a mi vagón, el ocho, y a mi asiento, el 10 D. Tengo los papeles del viaje un poco revueltos ya que la del control me decía que el boleto era del 5 de noviembre. ¡Ya me puse nervioso! Me  aparté. Y caí. ¡Claro era el de vuelta! 
Le di la vuelta al papel y estaba el de ida. Ufff!!!. Ya todos los papeles del viaje estaban revueltos.
Los echo a mi asiento, subo la mochila, pongo la otra pequeña en el asiento, me toco los bolsillos y... no siento mi cartera.
Vuelvo a revisar mis bolsillos y nada. Estoy dentro del vagón.
Como con el jaleo del billete dejé las mochilas y la chaqueta en el suelo pensé que estaría arriba, donde el jaleo del billete. Salgo. Les digo a los de la garita, el control que existe en el andén, que subo a ver si la encuentro y arriba no hay nada.
Pienso cuando la usé por última vez, y me acuerdo que viendo a la estación, saqué dinero en el cajero del Santander en Rochelambert. ¡Pues es posible que esté en el taxi! Había llamado a teletaxi y le pedí al taxista que parara allí.
Llame al operador de teletaxi, me identifiqué, expliqué lo que quería, y me puso en espera. Al rato me dice que ya había hablado con el taxista, que este la había buscado y encontrado, y que en 8 minutos estaba en la estación. ¡Qué alegría!
Veo mi reloj y eran 18,38. El tren salía a las 18,55, pero cierran el acceso al tren cinco minutos antes. Me quedo en la salida de Santa Justa a ver si viene. Y no llega. ¡No puedo irme sin carnet de conducir, sin tarjetas bancaria, sin DNI!
¡No puedo elegir! ¡Debo quedarme! ¡Y tengo que ir al vagón a recoger las cosas! ¡No pueden irse con el tren! Voy corriendo hacia el andén, recojo las cosas de mi asiento. Las dejo en la garita para poder correr más y ver si ha venido el taxista. Veo casi imposible comenzar el viaje. Y eso significa perder todo los vuelos. Otra vez ligero hacia arriba. Veo a las chicas que me pidieron el boleto y me dicen que van a cerrar el acceso. Les digo que voy a ver si está el taxista. Llego a la salida y veo un taxi con las ventanas abiertas, pero sin conductor. Me vuelto y él me hace señales viniendo hacia mi con la cartera en la mano. Veo mi reloj y ya quedan menos de tres minutos para salir.
La cojo, le doy las gracias y vuelvo corriendo. Recojo las mochilas y me dice la azafata de la garita que me meta por la primera puerta. Entré y dando tres pasos, por el pasillo, el tren comenzó a andar. Mi reloj, que no uso nunca, estaba adelantado cuatro minutos.
Ahora estamos pasando por los túneles de Sierra Morena. Hace una hora que comencé este viaje. Espero que continúe un poco mejor de lo que ha comenzado.
¡Hasta la próxima, primero Dios!

Subida sentado en el suelo de la terminal 2 a las 2,30 de la madrugada en Barajas.

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