lunes, 3 de noviembre de 2025

Vispera

 

La víspera fue muy intensa. La dedique a cambiar de ambiente. Desde Guaghlin a San Diego hay algunos km. He pasado por todo tipo de carreteras. Desde las de seis o siete carriles en un mismo sentido a la de doble sentido con un asfaltado que dejaba mucho que desear.He tardado unas siete horas. Cada día descansaba. Lo mismo que las carreteras los restaurantes han sido diferentes.
Conducir me encanta. Me relaja. Me posibilita conocer espacios diferentes. Hoy he disfrutado del paisaje. En ocasiones era inmenso. Terrenos casi desérticos y planos limitados al fondo de montañas altísimos. Y ya Cerca de San Diego con más vegetación entre pequeños promontorio.
Lo primero más monótono y fácil y el segundo más distraído y peligroso. Se respetan mucho los STOP que lo límites de velocidad. Y, como en todas las grandes ciudades, conocer las entradas y salidas, te evitan dar muchas vueltas. Me equivoqué más de una vez.
Y si eso fue la mañana, la tarde fue muy diferente. La misión a hacer era ir a la Misión de San Diego. Preciosa, encalada, con solera.
La fundó una franciscano, fray Junipero Serra, que misionó por California en el siglo XVIII. Y con sabor franciscano, éstos pusieron nombres suyos a las misiones que fundaban.
Llegué ya oscureciendo. Hice fotos. Participé en la eucaristía en la que había unas ochenta personas. Estaba agradecido por estar en la Misón. 
Vi la estatua de San Diego en el patio con un pan en la mano con gesto de darlo. Enfrente de él su biografía. Y el nombre de nuestro pueblo.
Al final hablé con Valeria y Spencer, que habían estado en la misa y me hicieron unas fotos. Le gustó mucho cuando le dije de dónde venía y lo que iba a hacer mañana. Se quedaron sorprendidos.
Hay un cuadro de San Diego abrazado a la cruz, en el altar, pero creo que no había mucha luz
Mañana, o cuando pueda, subiré la crónica de mi visita al ayuntamiento. Despúes del Ayuntamiento debo coger ir hacia Los Ángeles, dejar el coche en la agencia donde lo alquilé en estación de Autobuses, tomar el que me lleva al aeropuerto y salir hacia mi casa donde llegaré el día cinco a las once y media de la noche.



¡Hasta la próxima, primero Dios! 


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