viernes, 1 de agosto de 2025

Francisco y Carmen

Esta crónica es la continuación de la anterior y se desarrolla en el mismo día. La reunión familiar que se había convocado unos días antes era motivada por la posibilidad de conocer a Carmen la segunda hija de mi sobrino Alfredo, hijo de mi hermana María del Carmen, y Miriam, que nació en febrero. Ellos pasan unas semanas en la casa familiar de la playa de Matalascaña. Era algo muy importante para todos los miembros de la familia que estábamos en Sevilla conocer al nuevo miembro de la familia que lleva el nombre de mi hermana mayor. No podíamos fallar.

El fallecimiento de Francisco, como es natural, no estaba programado. El horario del entierro no lo sabíamos cuando, tanto mi hermana María José como yo, habíamos decidido ir a Ubrique. Juan Francisco, hijo de Francisco, al conocer el encuentro familiar de la noche, nos repetía que no fuéramos, sobre todo al saber que el entierro sería a las siete de la tarde. Valoramos la importancia de estar junto a él, su familia, y a u hermano Jesús David. Íbamos a ir a pesar de todo aunque no pudiéramos estar en el entierro. Y nos alegramos de hacerlo. Las relaciones con ellos se ha mantenido más o menos frecuente. Recuerdo ir a verlos en marzo. Su salud ha pasado por momentos muy difíciles desde hace años. Es de agradecer y valorar cómo sus dos hijos lo han cuidado todo ese tiempo. cada uno de sus hijos se había repartido las tareas para que él estuviera siempre atendido. Y era visible en Juan Francisco. Su estado físico, cuando lo vimos al llegar al tanatorio, demostraba que llevaba unos días prácticamente sin dormir. Estuvimos unas horas con ellos y con los nietos María y Pedro. Como siempre comprobamos que no hace falta verse para quererse. Para todos fue importante estar juntos. Así lo valorábamos en el viaje de regreso a Sevilla.

Mi llegada al restaurante, pasada las nueve de la noche, coincidió con la llegada de los de Madrid con Almudena y Manuel.  Ya estaban todos allí. En total éramos veintitrés. Los que faltaban, siete, es que no estaban en Sevilla. Algo maravilloso que se da repetidamente a lo largo del año. En un momento nos acordamos de la alegría que sentiría mi hermana María Carmen y mis padres de vernos reunidos.

Las dos niñas de Alfredo y Miriam pasaron de brazos en brazos de todos. Carmen ni se inmutaba cuando la cogíamos y Candela, de cuatro años, pasado los primeros momentos de timidez, al ver tanta gente casi desconocida para ella, empezó a tener una actitud muy abierta con todos. La velada se alargó hasta la una de la madrugada  y con ganas de poder repetirla, siendo consciente de que viven en Madrid, nos despedimos valorando la calidez del encuentro y el esfuerzo por estar todos juntos.

¡Hasta la próxima, primero Dios!


30 de julio

El día comenzó a la 6,03 h. Me desperté unos siete minutos antes de que sonara el despertador. Tenía que hacer varias cosas antes de coger el autobús que me llevaría a Sevilla. Así que me dispuse a tener un día ajetreado.

Recité tres oraciones para comenzarlo. Me pongo en manos del Padre y del Señor Jesús poniendo a Francisco en mis intenciones. El Padre nuestro lo tenga ya en su presencia. Ayer, ya muy tarde, Juanfran, hijo de mi prima hermana María, me informaba de la muerte de su padre. Como los conocía a los dos juntos, a ambos los consideraba primos. Esto me hizo adelantar mi ida a Sevilla pues por la noche tenía el encuentro familiar y tenía previsto salir a las 14,20 h.

Salí de casa a las siete y un minuto. Lo que me llevó más tiempo desde que me levanté fue regar las plantas. Hasta mañana por la tarde era mucho tiempo y debían estar regadas. El autobús llegó con tres minutos de retraso. Me costó 5,80 euros con la rebaja por ser mayor de sesenta y cinco años. Venía de Guadalcanal, volvía a Alanís y se dirigía a Cazalla de la Sierra. O sea, llega a S. Nicolás y vuelve atrás. Sólo para tomar un viajero. Ahora en verano hace este recorrido siempre. El resto del año lo hace bajo demanda, esto es hay que llamar a la empresa para que llegue a S. Nicolás. Me resulto todo muy extraño.

Hacía tiempo que no me montaba en el bus. Y percibo el paisaje de una manera diferente tanto por no ir conduciendo como por ir mas alto. Es simplemente magnífico este recorrido por la Sierra Morrena. Salimos de El Pedroso a la hora desde que salimos de San Nicolás. La parada está en frente de la estación del tren en la que se monta bastante gente. Y eso me plantea ¿Si el tren es más rápido por qué la gente coge el autobús?

A las 8,49 llegamos a Cantillana ya perteneciente a la comarca Valle del Guadalquivir. Me extrañó que no parara en el pueblo. A la salida me dispuse a tomar el desayuno que traía en la mochila. A las 9 lléganos a El Viar y un poco después a Esquivel, dos pueblos de los llamados de colonización creados por Franco para rentabilizar la tierra. En ambos subieron pasajeros. El terreno esta sembrado de naranjos, girasol y trigo. En Alcalá del Río, ya servido por otra línea de transporte de viajeros, nos dirigimos hacia La Rinconada, muy cerca del anterior pueblo. En todos estos pueblos se pueden apear los pasajeros pero no acceder, por eso no se paró en Cantillana.

Al poco tiempo ya se observan los dos edificios mas alto de Sevilla: el puente del Alamillo y la Torre de Sevilla. Estamos a cinco km. Entramos en ella por San Jerónimo a las 9,30. Enfrente del cementerio tiene la primera parada. La otra cerca del hospital Virgen de la Macarena a la orilla del Rio.
Y ya en la estación de Autobuses. Y tras 2,30 me bajo del bus a las 9.47. Escribir esta crónica me ha hecho que el viaje se pasara en un plis plas.

¡Hasta la próxima, primero Dios!