domingo, 7 de septiembre de 2025

Las madres

Este miércoles miraba y, sobre todo, escuchaba con atención, lo que me decía mi amigo sobre el fallecimiento de su madre. Cuando estaba hablando descubría también cómo se encontraba él. Y me llamaba mucho la atención. Estábamos sentado en un bar, junto con su esposa. frente a frente y sentía que expresaba, desde el fondo de su ser, una cierta amargura, una perdida de sentido de su vida. Lo miraba fijamente y me encontraba viviendo su situación. En silencio, llegando a  descubrir lo profundo de lo que decía y su situación de sentirse mal. Me decía que a su hermana, su madre, la veía como una hija; pero que a él lo sentía como algo más. Él era para ella,  su sostén, su apoyo, su referencia. Por lo que él siente todo ello muy profundamente. Podría decir que su ánimo estaba por los suelos. Ver como una persona se abre en canal, descubriendo cómo está sin ningún tipo de autocensura, te hace sentirte privilegiado por la confianza que ello supone y también con la obligación de intentar ayudarle en lo que sea posible.  

Conozco a él y a su familia desde hace varías décadas. Nuestra relación es muy cercana. He vivido con ellos momentos importantes de sus vidas. Puedo decir que somos amigos. Su madre era mayor. había tenido alguna enfermedad importante de la que había salido felizmente. Recientemente había tenido algún bajón importante hasta su deceso. Cómo la misa funeral es esta semana que entra, quería verlos antes de ella. Y fue todo un acierto por lo que pudimos hablar e intentar dar pistas para salir de esa situación en la que se encontraba. Cuando nos despedimos le dije que era necesario que tuviera un tiempo de parón en su trabajo y que se dedicara a ir reconstruyendo su vida desde los fundamentos que siempre han tenido.

Pero no ha sido él el único que ha perdido a su madre esta semana. Una amiga mía me informaba que su madre había fallecido y que el entierro era hoy. Ayer estuve con ella y con su familia en el tanatorio un buen rato. Y nuestra conversación fue muy importante. Me fui de allí muy contento. La situación en esta ocasión ha sido un poco diferente. Ella y su familia estaban muy serenos, aceptando la muerte desde una dimensión de fe, de esperanza. También los conozco desde hace años. Compartía con ella y con su marido un espacio de formación cristiana. Su madre era una mujer creyente. Y eso se manifestó en la celebración de la misa de hoy preparada por los hijos y amigos. Se vivió de una manera profunda.

Le escribía a ella esta mensaje hace unas horas: "Espero que hayas descansado. El funeral de tu madre ha sido un impresionante momento de fe. Creo que ha sido una eucaristía muy profunda: momento de fe, contenido extra de evangelización, catequesis sobre la vida de un cristiano, testimonio de una vida dedicada a la difusión de la vida de Jesús, liturgia como expresión de la esperanza en la Resurrección... Me ha llenado mucho. Gracias a tu madre, gracias a vosotros, gracias a Dios. Ni un minuto de tristeza. Gracias hermanos. Os quiero". 

Ella me contesta: "Gracias Alfredo. Tu opinión es para mí de mucho peso, y me alegra muchísimo de que la hayas vividos así. Era esa la misión de mi madre en la vida, y la que queremos seguir llevando en la nuestra"

Las madres he titulado esta crónica. Se les quiere como ellas nos han querido a nosotros. Y en los momentos últimos de sus vidas somos nosotros los que asumimos una cierta maternidad sobre ellas, con todo lo que ello conlleva. Asumiendo el dolor de la desaparición de ellas siempre hay que resaltar el sentido, la iluminación, de aporta la resurrección de Cristo. Y esa es nuestra fe. He intentado estar con ellos en estos momentos. Y me he alegrado de ello. Compartir la vida y estar cerca de los amigos en todos los momentos conlleva tanto sufrir con ellos, como alegrarnos con ellos. 

"Hasta la próxima, primero Dios!

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