Este mes de julio, como los últimos desde que vivo en San Nicolás, está siendo un mes muy ajetreado. Bueno es verdad que a momentos muy intensos le suceden días más tranquilos, que me dejan momentos para descansar y vivir más relajado, léase dormir más y dedicarme sólo a mis plantas, a mi huerto, a bañarse en el jacuzzi, a hacer las cosas de la casa, a ver películas, a prepararme para el siguiente encuentro. Y así será también el mes próximo.
La playa fluvial, en mi misma calle, atrae a muchísima gente de fuera. El primer chiringuito esta a escasos 200 pasos de mi casa y en los fines de semanas están completos. Aquellos que viven fuera vuelvan a sus casas cerradas prácticamente durante todo el año. Las casas que se arriendan estás llenas.
El Ayuntamiento organiza durante todos los fines de semanas actividades de recreo, musicales, deportivas. Grupos de vecinos organizan la semana cultural, la hermandad la bajada al pueblo de San Diego. San Nicolás, el pueblo más pequeño de la Sierra Norte de Sevilla, ha sido siempre en este aspecto un referente para los pueblos vecinos.
Para mí esta época es momento de reencuentro con amigos, de renovar amistad con aquellos con los que me reúno más frecuentemente o los que no veo desde hace años, ya sean de Sevilla como de fuera, tanto españoles como extranjeros.
¡Hasta la próximo, primero Dios!
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