Sí, el amor supera nuestro ser imperfecto. El amor perfecto, en esencia, para los creyentes, sólo es Dios. Y para los no creyentes no existe. Las personas no somos perfectas. Cada uno tiene sus limitaciones, sus defectos, sus carencias sociales o de otros tipos.
Cuando decimos que queremos a alguien lo decimos con total convicción y seguridad. Estamos seguro de ello. Y cuando le prometemos a otra persona amor total y para siempre, lo hacemos
Sin embargo esta seguridad y disponibilidad se asienta en un ser que no es perfecto, y por lo tanto sus deseos a veces, muchas veces, a lo largo de la vida, se ven truncado por la debilidad de su propia forma de ser.
Dos personas, cuando deciden casarse, vivir juntos, se declaran ese amor para toda la vida. Y lo hacen con total convencimiento de ello. Solamente, pienso, cuando esto se tiene presente en toda la vida, es cuando se puede convertirse en posibilidad, pues antes o después salen las dificultades presentes en cada personas, las deficiencias vivenciales, los obstáculos para una convivencia, que hacen aparecer las dificultades en ella.
Sólo el reconocimiento, en uno y en otro, de que lo que les une es más grande que lo que les separa, puede superar esos escollos, que si no se hace, pueden causar daño en el matrimonio, en esa alianza comunal.
Siento una gran admiración por el matrimonio que este pasado sábado cumplió cincuenta años de matrimonio. Lo conozco desde hace ya varios años, muchos años. He convivido con ellos en varias ocasiones. Los dos no son iguales, cada uno tiene su personalidad. Sí, una gran personalidad.
Y ahí están, a pesar de los desencuentros que hayan tenido, de las situaciones que han debido superar a lo largo de cincuenta años, han mantenido su amor, su compromiso que les hace felices, entre otras cosas viendo el fruto de esa relación: cinco hijos, diez nietos y la compañía de su familia y de un montón de amigos que disfrutan de verlos dichosamente juntos.
¡Qué disfrutemos de su amor por muchos años más!
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